Por: Ramón Torres
El 31 de mayo de 1987 la Asamblea Mundial de la Salud instituyó el Día Mundial sin Tabaco, que llamaba la atención sobre la epidemia de tabaquismo y sus efectos letales.
De la planta, Nicotiana tabacum, se sabía que era una herbácea de la familia de las solanáceas, oriunda de América tropical y cultivada en Cuba desde la época precolombina. Pero lo peor, participaba como estimulante del sistema simpático y parasimpático, seguido de estado depresivo y además producía diarrea, aumento de secreción gástrica y quemazón en el esófago. También afectaba las concentraciones plasmáticas de otros fármacos y, para colmo de males, era adictiva.
En fin, el consumo de tabaco se había convertido en la principal enfermedad prevenible a la que se enfrentaba la comunidad sanitaria.
Sin embargo, amén de sus propiedades “asesinas”, el jugo de la raíz, hojas y flores de los tallos verdes en sazón sirve, junto a algunas hierbas, como emoliente. Las hojas, aplicadas en la frente, alivian el dolor de muela y, en cocimiento, curan espasmos y la fiebre. Como vomitivo, basta una breva en infusión a cucharadas. Las hojas secas en agua hervida cinco o diez minutos y luego puestas a refrescar y envasadas, se usan para combatir los piojos y las ladillas, administrándose una vez al día.
Desde luego, no es lo mismo inhalar que usar en infusión, emoliente o emplasto, por citar algunos empleos. Pero, sin dudas, tales cualidades le han dado carta abierta al tabaco para múltiples usos, sobre todo entre africanos y descendientes.
El tabaco fue introducido en la costa oeste de África desde los Estados Unidos y Brasil por los portugueses, a finales del siglo XVII, lo cual para nada significa que por allá no se fumaran otras cosas, pues se han descubierto pipas de varios siglos de antigüedad, gracias a cuya saliva fosilizada los arqueólogos determinan qué pueblos las usaron, llevándose las palmas Nigeria, Camerún y áreas cercanas.
No debe asombrar, entonces, que sokinbam, que significa cachimba en la cubana Sociedad Abakua, venga de la voz efik esikon mbat, pipa o cachimba de barro. Esta es una de las tantas herencias del Calabar.
En Cuba, por demás, los religiosos suelen colocarles un tabaco a sus difuntos. Es apreciado especialmente por las divinidades masculinas. Los malongueros le llaman ensungo o sunga y lo utilizan en todos los ritos y ceremonias de su religión, conocida también como Palo Monte. El humo es propiciador de un clima adecuado para la llegada de los espíritus, a quienes se les ofrece en ofrenda tabaco. Dichos espíritus generalmente fuman cuando se encarnan en los médiums.
En la limpieza y despojo de la persona consultada se utilizan plantas correspondientes y el humo de tabaco que le imprime fuerza y poder a los elementos que se usan en la actividad para depurar y alejar espíritus oscuros. Todos los orichas varones lo fuman y mastican. Les encanta el rapé y sus dueños son Osain, Elegguá, Oggún y Ochosi.
El tabaco no puede faltar en los plantes abakuá y forma parte de los ingredientes con que se prepara la mokuba (el brebaje que tomarán los aspirantes a la entidad y los que van a adquirir jerarquía).
De cualquier manera, la celebración anual de lucha contra el tabaquismo no se opone a ninguna de las proyecciones ni al valor místico que se le confiere a la solanácea, sino que informa al público acerca de los peligros que supone su consumo, para reivindicar el derecho a la salud plena y la vida sana de las personas.
La cuestión está, entonces, en controlar cómo, cuándo y dónde será o no efectiva su aplicación, cual manera de armonizar religión y ciencia, sin perjudicar ni lo biológico ni lo espititual de quienes decidan utilizarlo.
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