lunes, 22 de agosto de 2022

Por la coexistencia de religiones sin violencia

Por: Ramón Torres

Fotos: Pinturas de Hugo Curet

 

Entre los cubanos es muy popular el San Lázaro de las muletas, y no precisamente el obispo católico

Pese a que los censos católicos muestran cifras altas respecto a la participación de numerosísimos cubanos en sus actividades, la Antilla Mayor clasifica no por su confesión cristiana, sino debido a una religiosidad popular, donde ponderan diferentes credos. Sucede que hay quien es devoto al Complejo de Ocha/Ifá, pero como regularidad cuenta también entre los bautizados por la Iglesia, o quizás se practique el Palomonte o Malongo, pero se requiere de de alguna “operación” con el cura, o que una actividad de la Sociedad Abakuá requiera de agua bendita que facilite un sacerdote del catolicismo.

En Cuba coexisten cristianos católicos, protestantes u ortodoxos sin que necesariamente se generen antagonismos (aunque puede que se den, en algún que otro caso, posiciones fundamentalistas o fanáticas sin mucha fuerza, pero no vamos a absolutizar), como también hay musulmanes, budistas, hebreos, etc., que se sientan en la misma mesa sin temor de ruborizarse. A eso puede sumarse que muchas personas no se declaran fieles a ninguna religión, pero suelen “tocar madera”, ponerle una “asistencia” a sus espíritus o pagarle una misa a los ancestros.

Y no es que la Isla sea una panacea, sino que su propia historia generó un proceso de interacción donde el Catolicismo, como religión del conquistador, no impregnó tanto y tuvo que replegarse y compartir espacio con otras expresiones en una suerte de religiosidad popular.

 

¿Virgen de Regla, Yemayá, o la misma cosa?

En ello la transculturación designada por el sabio Fernando Ortiz jugó un papel interesante, pues las creencias venidas de África se mezclaron tanto con lo traído de Europa y otros aderezos, que devino producto nuevo. Así tenemos religiones cubanas de matriz africana que interactúan con otras confesiones, cual híbridos de respeto o, al menos, de tolerancia.

El fenómeno alcanzó mayor visibilidad hacia los años noventa del siglo pasado, pues se produjo en Cuba un reavivamiento dentro el marco de lo religioso, como parte las dinámicas de resiliencia del pueblo, en cuyo desarrollo particular estuvieron involucradas expresiones religiosas que estaban ya presentes en los orígenes de la conformación histórica de la nacionalidad y otras expresiones que se habían incorporado a la matriz cultural desde los más variados espacios.

Esto contrasta con lo que sucede en algunos lugares, donde pondera una religión sobre otra y, a veces oficialmente, se potencia la violencia religiosa. Hay más: en numerosos países del mundo se llevan a cabo verdaderos actos terroristas contra sus habitantes debido a diferencias concernientes al ámbito religioso, y ocurre que diariamente muchas personas son perseguidas, torturadas y hasta asesinadas por motivos de fe.

No es casual, entonces, que desde 2019 la Asamblea General de las naciones Unidas haya declarado el 22 de agosto Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia motivado por la Religión o las Creencias, con el objetivo de promover el respeto a la diversidad religiosa.

La libertad religiosa es un derecho reconocido por muchísimas Constituciones y Declaraciones internacionales; sin embargo, esto no evita totalmente que peligre su ejercicio y su propio reconocimiento social de modo directo o indirecto, incluso entre algunas naciones que se autodenominan muy avanzadas.

 

Aunque de matriz africana, Abakuá es de negros y de blancos y de mestizos

Cuba no es una panacea, pero en materia religiosa puede darse el lujo, como país laico, de no enarbolar el predominio de una religión sobre otra, porque a todas las considera iguales ante la Ley. Desde luego, algunas son vistas “mejorcitas” en detrimento de aquellas consideradas “más atrasadas”, pero eso es asunto de individualidades ya que como voluntad política se suma al criterio de la ONU de visibilizar a todas las víctimas de violencia por su posición religiosa, así como condenar los atropellos a los que son sometidas de forma indiscriminada.