jueves, 19 de mayo de 2022

¿Afrocubano y afrodescendiente son conceptos redundantes?

Ayer 18 de mayo supimos de la triste desaparición física del Doctor Esteban Morales, reconocido especialista sobre relaciones Cuba-Estados Unidos y, en especial, por sus estudios relacionados con el tema racial. La semana pasada Cubamafima le solicitaba permiso para publicar un artículo suyo que apareció en el muro de Ernesto Morales el martes 12 de octubre de 2021 y él, siempre presto, estuvo de acuerdo. Será este nuestro adiós y homenaje a este incansable luchador.

 

Por Esteban Morales Domínguez

Son varios los términos y conceptos que se utilizan cuando nos referimos a las personas en Cuba en cuanto a su color de la piel o la mal llamada “Raza” que no existe, pues raza tienen solo los animales.

Los negros estadounidenses se reconocen asimismo como Afroamericans; en español Afroamericanos. Me parece correcto que reclamen ese término en su circunstancia de vida. En los Estados Unidos, el negro es extraordinariamente discriminado; es sin dudas, el racismo estadounidense, la forma más brutal de racismo y los Estados Unidos, la sociedad más racista y discriminadora del universo conocido. 

Creo que cuando se dicen “Afroamericans”, están reclamando su origen y al mismo tiempo, por la nación a que pertenecen y que nadie debiera negarles. Porque para muchos en los Estados Unidos, los negros no son norteamericanos y no merecen serlo. Es el egoísmo y elitismo presentes en buena parte de esa sociedad, de los que se autoreconocen como únicos constructores de la nación, olvidando que los negros, también ayudaron a construirla, con sangre, sudor y lágrimas, desde la esclavitud.

Cuando en Cuba usamos el término Afrocubano o Afrodescendiente, parece que cometemos una redundancia, pues en el término cubano, debiera estar todo contenido. Parece que ser cubano ya eso nos considera originarios de África; no porque todos hayamos venido de ese continente, sino porque esa es sustancia, que con el tiempo, devino en parte esencial de nuestra nacionalidad. 

Sin embargo, en particular el termino Afrocubano, tiene valor para la lucha a librar contra el racismo y la discriminación del negro, la que aún persiste. Buscando el reconocimiento de esta parte de la población, históricamente discriminada. Por haber sufrido de manera directa la brutalidad de la Trata y la esclavitud, aunque nuestra nacionalidad sea el resultado de la fusión, como dijera Don Fernando Ortiz, del ajiaco formado por los diferentes componentes étnicos y culturales venidos de África, España, Haití, Jamaica, principalmente y de otras Islas del Caribe. Más tarde de los chinos, que la mayoría vinieron como esclavos también, considerados “blancos”. Esa nacionalidad aún se encuentra en proceso de consolidación, pues todavía no todos los que deben integrarla logran hacerlo en igualdad de condiciones.

En medio de tales procesos, no se formaron minorías en Cuba, pues todo el que venía, lejos de agruparse dentro de sus orígenes, se fundía paulatinamente con lo cubano, que se venía formando. A diferencia de los Estados Unidos, donde las minorías sí existen, complejizando sobremanera la composición etnodemográfica de la sociedad norteamericana y siendo todas ellas objeto de la más brutal discriminación dentro de esa sociedad.

Ello se ve agravado, porque el proceso de formación de la nación norteamericana, ha resultado muy complejo. Dado que el camino que la llevaría a ser una sociedad única e integrada, no se ha logrado aún. El ritmo de su integración social, hasta llegar a formar una nación como eran las ideas originales, ha dependido para sus integrantes de varios factores. 

Encontramos entre los más importantes:

  • Origen y nivel económico del país de procedencia de sus integrantes.
  • Forma de arribo a los Estados Unidos.
  • Grados de relación y cercanía a los grupos sociales dominantes.
  • Nivel educacional del que arriba. 
  • Situación económica a su llegada al país.
  • Color de la piel de los que llegan.

Por lo que se ha formado una sociedad, en la que predomina una estructura de sus componentes:

-       En la cúspide: Blancos, anglosajones y protestantes (los llamados Wasp)

-  Otros Blancos. (alemanes y otros europeos blancos)

- Asiáticos. (japoneses, chinos, otros asiáticos)

- Latinos, hispanos y latinoamericanos en general. 

- Negros y afrodescendientes en general.

- En el fondo de la pirámide: los nativos americanos.

Se ha generado una pirámide etnodemográfica que sigue la línea del poder económico, las clases poderosas y la cúspide del poder dentro de la sociedad, circunstancia dentro de la cual el negro en los Estados Unidos se ve obligado a luchar para defender su lugar y derechos. Esa pirámide, además, se ve dinamizada por el grado de interés en la política exterior de los Estados Unidos, según el país de donde proceden los inmigrantes.

Por lo cual, se puede decir que, por ejemplo, los chinos han venido ascendiendo dentro de la sociedad norteamericana, lo que es perfectamente observable estadísticamente en cuanto al acceso a la riqueza, educación, el poder; incluso, la diferenciación con que se comporta la administración de justicia; el acceso a la educación, entre otros asuntos. Razones por las cuales la sociedad estadounidense no ha logrado aún el grado de integración social que la convertiría en una nación, como lo son las sociedades europeas, asiáticas, etc.

No se trata, por ser una nación relativamente joven, sino por esa tendencia a la diferenciación social que se ha profundizado con el crecimiento de la pobreza, la concentración de la riqueza en muy pocas manos, el desempleo, las contradicciones raciales, la discriminación política y ahora la Pandemia, que han hecho de la sociedad norteamericana actual, la más dividida del universo capitalista.

Regresando a Cuba, los españoles que arribaron desde diferentes partes de la Península tampoco eran blancos, pues 800 años de colonización árabe no dan blancos más nunca. Incluso algunos de ellos, gallegos venidos de la nación colonizadora, fueron esclavos también.

Ese ajiaco, del que habla Don Fernando Ortiz, étnica y culturalmente, formó un sedimento en el fondo del “caldero”, donde se sigue cociendo, dentro de un proceso interminable, que nos hace una nación, siendo el grupo racial negro el que más se disemina dentro de nuestra población, trayendo el mestizaje, aunque muchos no lo reconozcan, junto a la tendencia dominante en muchos, a autoreconocerse como blancos, aunque no lo sean, siendo ello parte de la discriminación alimentada por el pensamiento de José Antonio Saco, sintetizado en la expresión: “Blanquear, blanquear, blanquear y luego hacernos respetar”, ya que para Saco el componente negro no tenía cabida dentro de la sociedad cubana que emergía.

Entonces, reconocerse como afrocubanos puede parecer una redundancia, pero no lo es, en lo cubano están todos los componentes que hacen de nuestra nacionalidad una nación mestiza, siempre matizada por el componente negro, venido de África, directa o indirectamente. El término reivindica la necesidad de que se reconozca el componente negro africano dentro de nuestra nacionalidad, lo que aún debemos defender, por lo que esto hace valido su uso en la batalla actual contra el racismo y la discriminación racial en Cuba.

Parece no tener sentido tampoco, autorreconocernos como afrocubanos, por tratarse de algo que proviene por analogía con el afroamericano, para el que sí es válido, por lo que ya dijimos reclama; mientras que el cubano negro, al parecer, no tendría necesidad de reclamar nada, pues ya está en posesión todo lo que pudiera, dado que ser cubano, lleva implícito todos los componentes que le corresponden. Sin embargo, al existir aun en Cuba la discriminación racial, el uso del término es válido para desplegar la lucha contra el racismo y la discriminación racial, que aún sobreviven.

Si dentro de Cuba nos reclamamos como afrodescendientes, pareciera que nos estamos dividiendo, separándonos, que no debiera ser. Sobre todo, porque el proceso de colonización dividió a la nación en blancos, negros y mestizos, estableciendo, además, una hegemonía blanca que viene de considerar al español, quien llegó con credenciales de blanco y así se quedó; colonizador, quien estableció una hegemonía, como resultado, no de que fuera blanco, porque realmente no lo es, ni superior tampoco, sino por haber llegado con la cruz, la espada y los caballos, estos últimos, inexistentes en Cuba. Fuerzas todas con las que colonizaron a nuestra población indígena y posteriormente, establecieron el Régimen Colonial Esclavista en la Isla. 

En la Cuba de hoy permanece la discriminación del negro y del mestizo y se continúa expresando la hegemonía blanca. Aunque en el proceso político que vivimos, desde 1959 se lucha contra ellas para hacer de la nación cubana lo que debe ser, una nación mestiza e igualitaria en derechos y reconocimientos, quitándole, finalmente, al color de la piel, como variable social, el componente de diferenciación que aún mantiene.

En Cuba se generó una cultura mestiza, mezcla de indio, negro y español, que se amplió y fortaleció, con los que vinieron de las islas del Caribe, principalmente de Haití, Jamaica y otras, que terminaron fundiéndose dentro de la nacionalidad cubana, no alterándola, sino más bien enriqueciendo, su composición étnica, histórica y cultural.

No es necesario que emerjan contradicciones entre nosotros por utilizar determinados términos que pueden parecer agresivos, aunque no lo son, por colaborar a una lucha que, en definitiva, es de todos, contribuyendo a tener muy claro y reconocer el proceso por el que se formó nuestra nacionalidad, lo que es de vital importancia para autorreconocerse, defender nuestra identidad y luchar contra todo aquello que aún la amenaza.

Por tanto, Afrocubano y Afrodescendiente, son términos que reivindican el lugar del negro dentro de la sociedad cubana, durante tanto tiempo desconocido. Nadie debería estar en contra de que sean utilizados en bien de todos, sin que ello lleve implícito ningún tipo de división social.

Todo lo dicho hasta aquí no niega la necesidad de que nos reconozcamos como cubanos, siempre que, en el concepto de lo cubano, se considere valido tanto en términos teóricos como prácticos, lograr reivindicar a todos sus componentes, blancos, negros y mestizos, en igualdad de condiciones y derechos. Lo que quiere decir, eliminar el racismo y la discriminación racial que aún sobreviven en nuestra sociedad. Para como dijera Nicolás Guillen, “llegar al color de lo cubano”.

20 de septiembre del 2021.

viernes, 13 de mayo de 2022

Abakuá: un acto de filantropía

 Por: Mongui

 

Miembros de potencias abakuá en áreas del Consejo de la Administración Municipal de La Habana Vieja en el momento de la donación

Una vez más se muestran los abakuá cubanos sorprendentes. Lo curioso: no quieren congraciarse con nadie, lo que hacen es producto de la espontaneidad y de una proyección humanista, aunque históricamente se les haya tratado de insensibles, salvajes, despiadados. A decir verdad, casi siempre se les ha deshumanizado.

Sin embargo, miembros de la Fraternidad en la provincia de La Habana desarrollaron una iniciativa más allá de cualquier pronóstico. Resulta que, sensibilizados con los damnificados tras el pasado accidente del hotel Saratoga, decidieron mostrar solidaridad y hacer un aporte decisivo en dinero y especie.

Entre la modesta pero sentida contribución colectiva figuraron tubos de pasta dental, desodorantes, champú, suavizador, jabones de baño, detergente y, para los niños y niñas, muñequitos de peluche, prendas de vestir, gorras y medias, por mencionar los más significativos.

El Buró Provincial Abakuá expresa su orgullo al conocer sobre la conmovedora gestión de 48 miembros de la entidad que estamparon su firma en representación de diversas potencias, quienes se presentaron en el Consejo de la Administración Municipal de La Habana Vieja, adonde pertenece el hotel víctima del siniestro, para interesarse por los familiares y afectados, todo esto sin hacer campaña de ninguna índole, aunque sin perder la ternura.

Los ñáñigos, como son conocidos desde tiempos de la colonia estos miembros de la Sociedad Abakuá, desmontan una vez más el mito de altaneros y faltos de filantropía, y se descubren colaborativos con el prójimo y parte de una sociedad mayor a la que adoran sin reparos: la sociedad cubana, independientemente de posturas ideológicas que, como entidad sociorreligiosa, cuida de no intervenir.