viernes, 28 de mayo de 2021

Tabaco, religión y salud: una apuesta por la vida

 Por: Ramón Torres

Junto a otros elementos, el tabaco se ha intorducido en la religiosidad de matriz africana en Cuba. Nótese que el sacerdote lo lleva en su mano izquierda para apoyar la purificación. Foto de Richar Rionda

El 31 de mayo de 1987 la Asamblea Mundial de la Salud instituyó el Día Mundial sin Tabaco, que llamaba la atención sobre la epidemia de tabaquismo y sus efectos letales.

De la planta, Nicotiana tabacum, se sabía que era una herbácea de la familia de las solanáceas, oriunda de América tropical y cultivada en Cuba desde la época precolombina. Pero lo peor, participaba como estimulante del sistema simpático y parasimpático, seguido de estado depresivo y además producía diarrea, aumento de secreción gástrica y quemazón en el esófago. También afectaba las concentraciones plasmáticas de otros fármacos y, para colmo de males, era adictiva.

En fin, el consumo de tabaco se había convertido en la principal enfermedad prevenible a la que se enfrentaba la comunidad sanitaria.

Sin embargo, amén de sus propiedades “asesinas”, el jugo de la raíz, hojas y flores de los tallos verdes en sazón sirve, junto a algunas hierbas, como emoliente. Las hojas, aplicadas en la frente, alivian el dolor de muela y, en cocimiento, curan espasmos y la fiebre. Como vomitivo, basta una breva en infusión a cucharadas. Las hojas secas en agua hervida cinco o diez minutos y luego puestas a refrescar y envasadas, se usan para combatir los piojos y las ladillas, administrándose una vez al día.

Desde luego, no es lo mismo inhalar que usar en infusión, emoliente o emplasto, por citar algunos empleos. Pero, sin dudas, tales cualidades le han dado carta abierta al tabaco para múltiples usos, sobre todo entre africanos y descendientes.

El tabaco fue introducido en la costa oeste de África desde los Estados Unidos y Brasil por los portugueses, a finales del siglo XVII, lo cual para nada significa que por allá no se fumaran otras cosas, pues se han descubierto pipas de varios siglos de antigüedad, gracias a cuya saliva fosilizada los arqueólogos determinan qué pueblos las usaron, llevándose las palmas Nigeria, Camerún y áreas cercanas.

Diversas pipas africanas se han convertido en objetos de arte

No debe asombrar, entonces, que sokinbam, que significa cachimba en la cubana Sociedad Abakua, venga de la voz efik esikon mbat, pipa o cachimba de barro. Esta es una de las tantas herencias del Calabar.

En Cuba, por demás, los religiosos suelen colocarles un tabaco a sus difuntos. Es apreciado especialmente por las divinidades masculinas. Los malongueros le llaman ensungo o sunga y lo utilizan en todos los ritos y ceremonias de su religión, conocida también como Palo Monte. El humo es propiciador de un clima adecuado para la llegada de los espíritus, a quienes se les ofrece en ofrenda tabaco. Dichos espíritus generalmente fuman cuando se encarnan en los médiums.

En la limpieza y despojo de la persona consultada se utilizan plantas correspondientes y el humo de tabaco que le imprime fuerza y poder a los elementos que se usan en la actividad para depurar y alejar espíritus oscuros. Todos los orichas varones lo fuman y mastican. Les encanta el rapé y sus dueños son Osain, Elegguá, Oggún y Ochosi.

Danza de Oggún con tabaco. Foto de David Brown

El tabaco no puede faltar en los plantes abakuá y forma parte de los ingredientes con que se prepara la mokuba (el brebaje que tomarán los aspirantes a la entidad y los que van a adquirir jerarquía).

De cualquier manera, la celebración anual de lucha contra el tabaquismo no se opone a ninguna de las proyecciones ni al valor místico que se le confiere a la solanácea, sino que informa al público acerca de los peligros que supone su consumo, para reivindicar el derecho a la salud plena y la vida sana de las personas.

La cuestión está, entonces, en controlar cómo, cuándo y dónde será o no efectiva su aplicación, cual manera de armonizar religión y ciencia, sin perjudicar ni lo biológico ni lo espititual de quienes decidan utilizarlo.

miércoles, 26 de mayo de 2021

Otro saltito hacia el cielo

 Por: Ramón Torres

La entrega de títulos de Investigador Titular correspondiende a las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque en representación de todo el país se efectuó este 26 de mayo en el Palacio de las Convenciones

Hoy voy a hablar en primera persona del singular, cosa que no acostumbro porque generalmente parecería como que me estoy dando un poco de “autobombo”; pero creo que la situación lo amerita, sobre todo porque  Estrella González Noriega, la directora del Instituto Cubano de Antropología (ICAN), se lo merece. Hoy, más gracias a ella que a mí, he recibido en el Palacio de Convenciones el diploma que me acredita como Investigador Titular.

El mérito, insisto, es de ella. La mayoría de los profesionales de la prensa —gremio al cual pertenezco— sabe que da igual ser máster, doctor o investigador de alto vuelo; eso no importa mucho dentro la esfera, al menos para ocupar un cargo “importante” ni para que te reconozcan profesionalmente. Eso clasifica, por lo general, como un “alarde” de suficiencia, pero en realidad se valora poco.

De ahí que un galardón más, o uno menos, suela carecer de atractivo suficiente para que la gente del sector se preocupe por categorizarse como profesor o investigador en cualquiera de los niveles.

Tampoco se corresponde el aumento salarial (ni siquiera ahora) por una Maestría ni Doctorado, de 440 y 825 pesos respectivamente. Pero no creo este el lugar ni el momento para manifestar satisfacciones o contrariedades al respecto.

Desde luego, no quiero ser absoluto. En mi centro de trabajo, la Casa Editora Abril, hay gente que sí se interesa, aunque son muy pocos: Liset Franco, Alicia Centelles, Joaquín Borges Triana, Enrique Mederos o Iramis Alonso seguro que están entre los que favorecen el esfuerzo por la superación.

Un título para compartir que dedico a Estrella y mis verdaderos amigos

Y uno, que no es de hierro, salta de orgullo cuando suceden estas cosas, quizás por ese prurito recóndito de haber llegado a la meta. Pero de cualquier modo, tengo que confesar —reitero— que le debo el reconocimiento a Estrella. A Estrella y a Jesús Rafael Robaina Jaramillo, quien también desde su posición al frente del ICAN antes que ella, comenzó a hacerme un expediente. Lamentablemente Robaina se nos fue demasiado pronto y siempre cargaré con esa pena

Me consuela en cambio suponer que Estrella, sin saberlo y sin recibir previa orientación de su predecesor, captó el influjo de aquella idea. Lo cierto es que casi me obligó a presentarme en la “pelea”, y no puedo menos que agradecerle la confianza, porque en el camino, quizás hubo alguien que desconfió, alguno que no quería, incluso personas a quienes les pueden molestar los logros ajenos, pues como dice el refrán: “hay de todo en la viña del Señor”.

Pero Estrella, y otras personas más, tenían que conocer que hoy hemos dado otro saltito hacia el cielo.

martes, 25 de mayo de 2021

Mayo 25: nace un libro

 Por: Ramón Torres

Hace diez años, durante la presentación de su primer libro, Ramón Torres junto a la historiadora María Ileana Faguaga

Era 25 de mayo de 2011, hace exactamente diez años, cuando en conmemoración al Día Mundial de África irrumpía una procesión abakuá a la usanza del siglo XIX por las calles de La Habana Vieja. El motivo: la inauguración del IV Coloquio Internacional sobre Investigaciones de las Religiones Afroamericanas y la presentación, por vez primera, del libro Relación barrio-juego abakuá en la ciudad de La Habana, de Ramón Torres Zayas.


El desaparecido Jesús Rafael Robaina Jaramillo, director del Instituto Cubano de Antropología (ICAN), y quien asumió las palabras de presentación, se había empeñado en revitalizar con su visceral vocación científica el acercamiento a las diversas expresiones de matriz africana en Cuba, pero la iniciativa de dedicarla a las Sociedades Ekpe/Abakuá le correspondió, justo es admitirlo, al estudioso Miguel Ángel García Velasco, quien le había sugerido a Torres la idea, teniendo en cuenta el tratamiento peyorativo y la distorsionada información que todavía permanecía sobre los abakuá, conocidos también como ñáñigos.

Constituía, entonces, un desafío, pues una experiencia de tal magnitud no se había logrado en país, aunque ya se venían dando pasos significativos con el reconocimiento estatal, en 1996, de la Organización Unidad Abakuá y el acogimiento en 2006 de la Asociación Abakuá de Cuba dentro del Registro Nacional de Asociaciones. Pero un conclave que reuniera académicos y practicantes, donde se analizaran aspectos medulares desde la ciencia y la religión, eso sí que era novedoso.

La presentación del libro en el Museo Casa de África de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, donde concluyó el recorrido procesional después de su salida de la sede el ICAN, marcó un antes y un después para la historia de la Sociedad Abakuá. Desde entonces ha estado representada en los más insospechados encuentros socioculturales que se acercan a la religiosidad cubana.

El propio autor resultó favorecido posteriormente con la publicación de cinco volúmenes más, sin contar otros tantos folletos y artículos relacionados con el fenómeno, y aquel suceso ocurrido precisamente en fecha tan memorable, ha permitido, sin lugar a dudas, un cambio de mirada hacia el universo abakuá, agrupación religioso-mutualista, masculina, que tanto a contribuido a la identidad nacional del cubano.

De aquellas intervenciones puede decirse otro tanto. Cual explicación cosmogónica de los acontecimientos míticos, de aquel 25 de mayo puede afirmarse que nació todo: germinó ese ejemplar y durante los encuentros se presentó el proyecto Tanze que devino más tarde Anamafimba. Y como heredad de todo ese cúmulo de aprendizaje surgió con el tiempo Cubamafimba, el blog que a fuerza de las circunstancias va cristalizando para habar con voz propia desde la otredad.


jueves, 20 de mayo de 2021

La República: una visita necesaria

 

Por: Ramón Torres

El 20 de mayo de 1902 se elevó por primera vez nuestra insignia nacional en el Castillo de los Tres Reyes del Morro

Muchos prefieren pasar por alto este tema, pero a la República cubana establecida a partir del 20 de mayo de 1902 hay que revisitarla. Algunos, con razones más que suficientes la satanizarán; otros, desde su perspectiva nostálgica, sentirán anhelo por sus logros.

Pero es un período histórico que no se puede pasar por alto en el acontecer nacional.

El día señalado, justo es reconocerlo, emergíamos como Estado, pues llevábamos cuatro siglos colonizados por España (de la cual éramos una provincia de ultramar) y, en 1898, los Estados Unidos interrumpieron la victoria para intervenir en la guerra que ya teníamos ganada.

Sin embargo, ese 20 de mayo se arrió la bandera norteamericana del mástil del Castillo de los Tres Reyes del Morro para sustituirla por el pabellón cubano: ya figurábamos como un país que elegía a su propio presidente y tenía su propia Constitución.

Con el nacimiento de la República, se arrió del castillo la bandera estadounidense

No hay que temer reconocer que el hecho beneficiaba a un numerosísimo grupo de personas, sobre todo de piel oscura, que “en tiempo de España” les tocó la peor carta de la baraja, pues suponía un antecedente africano y, en consecuencia, de personas esclavizadas y, en consecuencia, cargar con la maldición de Noé sobre Cam.

Con la República los negros tuvieron acceso a la educación pública y a diferentes puestos laborales insospechados años antes, prosperó el movimiento afrocubano e incluso llegó un no blanco a la presidencia, algo para lo cual los Estados Unidos tuvo que esperar casi ochenta años.

Ahora bien, bajo esa misma forma de gobierno sufrió todo el tiempo nuestra Antilla Mayor la tutela del poderoso vecino del norte, que mantuvo ciertas formas de discriminación que les eran comunes porque el estilo de esclavitud inglesa en nada se pareció a la española y fue todavía más excluyente, y cuando floreció el período de la negritud, el son y la rumba tuvieron que “adecentarse”, y se impuso un estilo de música de cabaret y night club extranjerizados que nada tenían que ver con el patio porque había que satisfacer las exigencias y los gustos de un turismo que nos era totalmente ajeno.

De igual modo, en la medida que ascendía el nivel de la enseñanza, las personas negras y mestizas eran menos cuantitativamente y si bien llegó al puesto más alto del país un representante cargando cierta melanina en la piel, ni siquiera él podía entrar a determinados espacios “solo para blancos”; sin contar que favoreció el caudillismo, la corrupción y el asesinato.

Hay que reconocer, entonces, que la República instaurada el 20 de mayo de 1902 no es exactamente como nos la ha contado. No era ni el Apocalipsis total que han querido posicionar los medios después de 1959, pero mucho menos la Panacea que sus contrarios pretenden vender y a la cual desearían retornar.

domingo, 16 de mayo de 2021

Sexualidad a “color”


Por: Ramón Torres


Lo confieso: no había reparado en ello antes de leer La nación sexuada, de Abel Sierra. Los estereotipos nos han marcado de manera tal, que pensamos siempre en un macho/varón/masculino tachonado también con múltiples “encargos” raciales.

Se supone, entonces, que “el negro” no puede ser homosexual, ni bi, ni trans, porque, como dicen por ahí: “¡Qué feo se ve un prieto pajarón o una oscurita lesbiana!”.

Cual si la sexualidad fuera asunto de colores.

Sin embargo, Sierra abrió una brecha diferente dentro del análisis histórico-social, y comenzó proyectando el fenómeno desde la etapa colonial. Aquellas personas esclavizadas, traídas forzosamente la mayoría de las veces sin su “media naranja”, apiñadas y hacinadas en un mismo barco, compartiendo el encierro en un mismo cuarto o durmiendo pegaditas en un mismo barracón, generó sin dudas relaciones de intimidad que terminaban por fuerza en amoríos febriles y en parejas duraderas independientemente del género.

Desde luego, esta ha sido una realidad escasamente estudiada y de la cual muy poco se habla porque fuimos un país con acentuadas cargas discriminatorias estimuladas por una Iglesia Católica que —a decir de Elizabeth Mesías Rodríguez— era “marcadamente androcéntrica y homofóbica que legitimaba la estructura patriarcal de la familia y de la sociedad en general (…)”.[i]

Así tenemos a la figura del negro y la negra que, pese a su “deshumanización” durante años de esclavitud (no se les consideraba persona, sino cosa, mercancía, objeto), igual se les ha construido una imagen hipersexualizada a través de mitos socialmente legitimados: de actividad salvaje, erotismos bestiales y siempre prestos para copular.

La imagen del negro erótico y sexualizado ha sido socorrida hasta con acento burlesco

De la misma manera, el argumento artístico-religioso contribuyó a perpetuar la imagen. Pinturas de la coqueta mulata de rumbo y el negro curro; representaciones folklóricas y teatralizadas de orichas varoniles como el mujeriego Changó y el agresivo Ogún, así como la zalamera Ochún y la sensual Yemayá; o las vigorosas danzas de tatas paleros e íremes abakuá favorecen, desde lo simbólico, la masculinidad hegemónica.

En cambio, no es conveniente ir tan a la ligera. El discurso se está moviendo incluso en esos espacios aparentemente estáticos, y hoy se cuestiona si hombres y mujeres son tan distintos en todo un rango de actitudes y habilidades que hace cien años nadie se atrevía siquiera mencionar.

El problema del tinte corporal y sus implicaciones sobre la actividad y orientación sexuales ya no se le mira como antes. Lo que más queda de matices es aquella máxima de la sabiduría popular que siempre ha defendido: “Para gustos, los colores”.

Por eso, cuando este 17 de mayo Cuba celebre el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, serán muchas menos las personas negras que se sientan “desterradas” de una opción no necesariamente “hétero”, ni vean invalidadas sus destrezas por desencajar del patrón androcéntrico signado por milenios de segregación y discriminación.

Solo una persona sin sentido común persistiría en sostener la añeja diferenciación, pues está demostrado que en materia de sexo y orientación, el color no importa.



[i] Mesías Rodríguez, Elizabeth. “Rasgos de masculinidades en los esclavos negros de venezuela durante la independencia (1810-1814)”. En Masculinidades. Ensayos histórico-sociales. (Compilador Ramón Rivero Pino). Ed. Cenesex, La Habana, 2016.

viernes, 14 de mayo de 2021

Con sentimiento: K´weyro

Por: Ramón Torres

 

 

Libán Humberto Izquierdo Dugués (El K’weyro) no era el clásico “personaje” quisieron visibilizar los medios; pero, sin lugar a dudas, calidad tenía para ser muchísimo más conocido. Quizás su procedencia humilde, su actuar a veces irreverente y su actitud alejada cualquier manifestación cercana a la adulonería y el arribismo, hizo que se le divulgara poco.

Sin embargo, no hablamos de un total desconocido, porque su capacidad histriónica lo hizo brillar en disímiles iniciativas que, venidas desde la subalternidad, recibieron su influjo, siempre poderoso y original.

Su inigualable voz resonó en el Volumen II del disco La Rumba Soy Yo. Con Sentimiento Manana, nominado al Grammy Latino, y cuya primera canción, “Hush”, perteneciera a la propia autoría de Libán.

Se trataba de una rumba que tomaba como base el tradicional coro de los negros spiritual, llamado hush. Sobre ese coro Libán escribió su la letra en dos idiomas: inglés y español.

En mayo de 2011, estuvo también como ponente con el proyecto Tanze, durante el IV Coloquio Internacional sobre Investigaciones de las Religiones Afroamericanas, auspiciado por el Instituto Cubano de Antropología, que ese año lo dedicara a las culturas ekpe-abakuá.

Igual formó parte del proyecto Anamafimba, donde se le escucho al año siguiente durante la clausura del decimosexto Taller de Antropología Social y Cultural Entre Cubanos, que cada mes de enero efectúa el Museo Casa de África, de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.

Pero Libán era, además, un poeta en empedernido y un prosista declarado. Sus textos quedaron inmortalizados en numerosas publicaciones, sobre todo en El caimán barbudo, la revista cultural de la juventud cubana.

Como si no le bastara, integró de la directiva de otro proyecto: Eriero Enkamá, que al igual que Anamafimba pretendía potenciar, divulgar y reconocer el aporte de la Sociedad Abakuá en la cultura cubana.

Libán nos dejó temprano. Nos sorprendió su partida el 15 de mayo de 2020, cuando todavía le quedaba mucho por hacer. La muerte nos lo arrebató con apenas 52 años de edad (había nacido el 14 de enero de 1968).

A un año de su desaparición física, su amigo y teólogo Michel Mendonza todavía no parece recuperado:

“Decía ‘Madison Square Garden’, ‘Brooklyn Bridge’, ‘Central Park’ y yo soñaba a través de él con una New York que no existía. Citaba de memoria siempre las mismas líneas de ‘Oda al rey de Harlem’. De tanto leerlo, metabolizó, mezcló con su sangre, aquel libro de Lorca que según decía le enseñó lo que la poesía y quizás la vida podía ser. Libán Izquierdo, el K´weyro, era, entre otras cosas, un poeta negro y un hombre de jazz. Aldabó fue su Harlem, pero fue, como todos, un hijo del Cosmos, del azar y la necesidad. Su vida, lo sabemos, fue difícil, sus amigos, en cambio, fueron muchos. Tuvo también hermanos, entre los que me cuento. Peleamos, reímos y compartimos un mundo de cosas. Su vida es un río de historias, música y palabas. Escribirnos era, desde que salí de Cuba, otra forma de estar cerca. Es raro escribir sobre él y no escribirle a él. Quizás por eso escribo esto y borro y recomienzo. Decías ‘Madison Square Garden’, ‘gran manzana’, ‘capital del mundo’ y yo soñaba a través de ti con la vida en New York. Bro, cuando vengas, me dirás…”

Lo sentimos todos, pero queremos recordarlo también con las palabras del músico Rey Escobar, uno de sus más cercanos colaboradores, quien verdaderamente destrozado al conocer su deceso dejaba plasmado:

 

En el Amadeo Roldán, cuando conoció a Rey

“Tú y yo nos hicimos amigos el día que te tomaron la primera de estas fotografías, tú estabas en el público y yo en el escenario del Teatro Amadeo Roldán, para cuando te tomaron la última de estas tres, tú y yo ya éramos hermanos. Pasamos muchas batallas juntos, y habría mucho y bueno para contar aquí... lo que aprendí contigo siempre lo voy a llevar, la sangre.

Con Rey (extrema izq.) en el proyecto Anamafimba

Durante uno de sus últimos ensayos

“Se vive con un código, sin importar lo que pase. Por hombres como tú los tambores hablan solos. Seremos muchos los que te vamos a extrañar, K´weyro”.

Y con sentimiento K´weyro salió está lírica que nos legara Libán. Sea este nuestro más sincero homenaje en su primer aniversario de ausencia. Lo demás lo dice el video que continúa. Ustedes valorarán si exageramos o no, en cuanto a sus potencialidades artísticas como poeta a la vez que intérprete:

“... La vida es un bandoneón

que canta el mito sin vaselina

Palo de monte que hizo ciudad

sin saber del templo de las espinas.

Pero no importa cuánto te cuides

del tiempo que se avecina

Si hay pan no hallarás licor

Pero si hay vino faltó la harina.

Ya sé que en algún sitio hay una voz

Multiplicándote los peces

Pero se escapa con el hambre del reloj

mientras te grita que la beses...”