viernes, 26 de marzo de 2021

Manuel Sanguily: limitaciones “a color”

Por: Ramón Torres

El 26 de marzo de 1848 ve la luz en La Habana uno de los patriotas cuya obra intelectual y política se inscribe dentro de las de mejor tradición humanística cubana: Manuel Sanguily Garritte.

De padres franceses, fue el menor de tres hermanos varones entre los que contaban Guillermo, quien llegaría a ser alcalde de Sidney, en Australia; y Julio, el del medio, su compañero de armas y General durante la Guerra de los Diez Años.

La rectitud de Sanguily como líder revolucionario resulta incuestionable, sobre todo por su posición durante la Asamblea de Guáimaro, cuando ninguno de los oficiales hacía referencia a la participación de los negros en la  lucha por la independencia, y entonces este pidió la palabra al concluir el acto y destacó por primera vez la significación de los “hombres de color” en aquella gesta.

Sin embargo, como muchos de sus contemporáneos, también Sanguily pecó de positivista y de conduccionista; y siempre vio al negro escalones más abajo del blanco.

Era de su parecer la existencia de "diferencias naturales" entre los hombres, y consideraba que no todos los seres humanos se encontraban en los mismos grados de la evolución, lo cual le llevó a aceptar la tesis sobre las disparidades raciales, aunque sin justificar la explotación de una raza o un pueblo por otro.

Todos los hombres deben tener el mismo derecho y sin embargo, no todos los hombres son iguales —decía—, ni por el entendimiento, ni por la fortuna, ni las aptitudes, ni por las necesidades.

Su positivismo alcanzó incluso a los españoles, cuyo evidente mestizaje criticó por ser producto de razas inferiores, de semitas, de berberiscos y de negros. De ahí su despreocupación, su facilidad de aclimatación y asimismo su actual inferioridad política e intelectual.

Quizás el hecho de descender de progenitores galos, tampoco defendió el criterio, tan  en boga por aquellos años, de una primada “raza sajona”, pero sin dudas su discurso estuvo siempre cargado del tufillo favorable a la superioridad blanca.

De tal suerte, y desconociendo la evidencia numérica de los afrodescencientes que militaron en el Ejército Libertador, Manuel Sanguily protestó en el periódico La Igualdad:

Así hayan sido de ¡millones de hombres de color! los que estuvieron junto a los cubanos en la Revolución, el origen de ésta, su preparación, su iniciativa, su programa y su dirección, esto es la Revolución, en su carácter, su esencia y sus aspiraciones fue obra ¡Exclusiva! de los blancos.

Definitivamente, su humanismo huele a disimulo. Detrás de sus palabras eruditas hay mucho de aberración. Sanguily realmente consideraba poco la contribución del negro, porque el negro era poco entonces. Pero, no creamos que era el único. Su posición se entendería mejor si leemos las siguientes líneas, a cargo del desaparecido investigador Tato Quiñones:

Todavía en 1879, un año después de concluida la Guerra Grande (1868-1878), en la que se batieron con igual denuedo por la independencia y la libertad hombres y mujeres de todos los colores nacidos en Cuba —y no pocos africanos y hasta peninsulares— la ilustre Sociedad Antropológica de Cuba dará la siguiente definición de Cubano: “hombre blanco nacido en Cuba”. El sentimiento de cubanía se construía sobre el origen español migratorio. Aun en plena manigua redentora —fuerza es decirlo— se mantenía vigente la diferencia, como lo demuestran los siguientes versos con los que comienza un poema popular de la Guerra de los Diez Años:

El negro y el cubano juntamente al cruel español hagamos guerra.

Manuel Sanguily no hacía otra cosa que ser fiel a los principios de numerosas personas “ilustradas” de su tiempo. En 1886 se había declarado la abolición de la esclavitud, entonces el “negro de nación” y el “negro criollo”, el pardo y el moreno, adquirieron un nuevo estatus que se mantuvo durante la República: ahora era “un cubano negro”, pero nunca un cubano en igualdad de condiciones al blanco. Y esto lo rubricaba muy bien Sanguily. Sin embargo, los muchos elogios se han encargado de cubrir esta limitación bajo un manto de santidad que difícilmente los historiadores se atreven criticar.

Pero las limitaciones lo van descolocando de su condición raigal, pues, a diferencia de su amigo y compañero de lucha, el también blanco José Martí, Sanguily no supo ver, como el otro, que la Revolución no fue obra exclusiva de los de su "color". Parece que no entendió bien al Apostol cuando afirmaba:

En los campos de batalla murieron por Cuba, han subido juntas por los aires, las almas de los blancos y de los negros. En la vida diaria de defensa, de lealtad, de hermandad, de astucia, al lado de cada blanco hubo siempre un negro. Los negros, como los blancos, se dividen por sus caracteres, tímidos o valerosos, abnegados o egoístas, en los partidos diversos en que se agrupan los hombres.

De todas formas, vamos a recordar el nacimiento de Sanguily con sus aciertos y desaciertos. Eso lo humaniza y no le quitará sus grados alcanzados en la guerra, aunque sus limitaciones afloren a todo color.

4 comentarios:

  1. Asimismo es sanguili era un racista como lo fueron muchos de esos generales blancos que dirigieron esas contiendas bélicas por ejemplo el general jose Miguel Gómez quien fue presidente de la seudo República y quien fue uno de los que dirigió la masacre del partido independiente de color junto a el hijo de Martí

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    1. Desde luego, una cosa no quita la otra, y sus posiciones con respecto a la discriminación racial no iba a cambiar porque hubieran luchado al lado de los negros por una Patria liberada. Al contrario, vieron al negro como un instrumento para alcanzar sus fines, por tanto, no al lado, sino debajo de ellos. Lamentablemente, no pones el nombre y quedas como alguien que comenta con un poco de timidez, aunque por tu tono, asumes cuanto escribes. Agradecido por ese comentario

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  2. Gracias, querido Ramón ,por evocar aquel muy interesante momento histórico cubano poniendo de relieve el tan pegajoso concepto segregacionista del colón europeo del decimonónico que resaltaba hasta en las luchas por la independencia y la libertad. Con este tema siempre estamos en un dramático enfoque reductor y aplastante que asocia como una evidencia indiscutible , como una verdad , la alteridad con la inferioridad . Lamentablemente, estos enfoques beneficiaron de la plaga que fue la seudo antropología de aquella época que con su pinta de "investigación científica " recalcaba los prejuicios raciales pasados , presentes y futuros. Aquí estamos con un ejemplo de "construcción" del mito del negro inferior ,indigno e incapaz de ganarse o de merecer laureles ,este "mito" siendo por consiguiente el mayor argumento para que las cosas nunca cambien.
    José Martí al restablecer el equilibrio de la balanza ," de-contruyó" o intentó "de-construir" aquel montaje justificador del protagonismo y de la prepotencia del blanco , no obstante creo que la verdadera " de-construcción" es, será, sería o hubiera sido escribir ..."...al lado de cada negro hubo siempre un blanco " .
    Con el respeto y amistad de Pascale Riou .

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    1. Como siempre, he de agradecer tus atinados comentarios; y no necesariamente por coincidir en nuestros puntos de vista, sino por tu contribución al debate, y convertirse tus análisis en complemento de lo No dicho. Tus señalamientos agudos, la profundidad de tus criterios, serán siempre bien recibidos en Cubamafimba. No te detengas

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