Por: Ramón Torres
Nacidas en Martinica, fueron dos mujeres excepcionales. Aunque abrieron el camino al principal movimiento que desembocó en una revolución social llamada “negritud”, han quedado algo rezagadas en la memoria colectiva, quizá por llevar el estigma de su sexo y, además, de su color.
Eran hijas de Paul Nadal, el primer ingeniero negro en su isla, y de Louise Achille, una mulata maestra de escuela. En total sumaban ocho hermanas provenientes de la clase media superior martiniquesa, pero sin preocupación real por su “raza”, pues recibieron una educación rigurosamente occidental y creían que el mundo estaba hecho justo a esa medida.
Pulette
Jane
Paulette (1896 -1985) y Jane (1900-1993) llegaron a ser las pioneras de su “tonalidad” en ingresar en La Sorborna, donde ampliaron sus horizontes. Allí, en la entonces capital del mundo “civilizado”, les llamó la atención el interés de los franceses por las producciones artísticas negras, mientras que en su patria admiraban hasta la idiotez la cultura europea.
No es que hubiera que darle la espalda al mundo, pero en el país del Sena entendieron que habían culturas “otras” también dignas de atención.
Todo ello influyó para que las hermanas Nadal montasen el salón de Clamart, adonde reunían lo más granado de la intelligentsia negra en París, incluidos muchísimos militantes de los derechos civiles. Entonces hasta el joven senegalés Leopold Senghor fue inducido por Paulette para matricular en la universidad parisina.
Hacia 1931, las Nadal editan La revista del mundo negro, primera en divulgar el arte y a la literatura africanos, inspiradas en las polémicas que se generan dentro del Clamart. Los textos son un llamado a la unidad entre africanos, americanos y caribeños, y despiertan el interés de intelectuales no blancos que hasta ese momento solo imitaban las elaboraciones eurocentristas como único modelo reconocido.
Hablan en las páginas de la revista sobre la sociología criolla traumatizada por el sistema esclavista en América y, específicamente Paulette, inicia un reclamo de reivindicaciones para la mujer negra y acusa sus limitaciones dentro de la integración social. A sus ojos, el Caribe antillano se descubre como territorio signado por los avatares del racismo y el sexismo y una forma de sumisión desde ciertas posiciones hegemónicas.
Portada de la reedición de La revista del mundo negro
El resto de las hermanas intentó estimular en Martínica el arte negro descubierto en París, como los “spirituals”, pero fracasaron en el intento. Sin embargo, se sabe que el celebérrimo Aimé Césaire bebió de aquella fuente para elaborar su Cuaderno de un retorno al país natal, de 1939.
El empuje de las Nadal repercutió, no solo en Césaire, sino en otros paladines de la “negritud”: Frantz Fanon, Leopold Segnor, Édouard Glissant …, le pusieron Voz a los vencidos; y hablaron no ya más en el nombre del colonizador, sino del colonizado.
No obstante, ni siquiera el quijote principal de ese movimiento (de quien partió el concepto) escapó de su contexto patriarcal, donde se perfila una total ausencia de las hermanas fundadoras. En su “Reflexión sobre el pensamiento anticolonial expresado por Aimé Césaire en el ‘Discurso sobre el colonialismo’ y algunas preocupaciones vigentes”, la socióloga boliviana Blanca Zulema Ballesteros señala:
“En la propuesta de Césaire extraño la alusión explícita y específica de la situación de los derechos de la mujer de color, cuya imagen representa, allende fronteras, al género femenino en su totalidad. Por su importancia sostengo que ni hablando genéricamente se puede suponer su presencia en el Discurso de la colonialidad. Insisto en esta omisión por las nefastas consecuencias históricas, políticas, sociales y culturales que provoca este descuido discursivo, que incluye la escandalosa omisión de nombrar a las múltiples subjetividades, tradicionalmente olvidadas. Es urgente que esa terrible distracción sea reparada para que la reivindicación de Césaire goce de sentido completo”.
Tal vez el hecho de no ser anticolonialistas, y que sobre todo Paulette defendiera su “orgullo negro” bajo el paraguas de la metrópoli francesa, implicaron que el “movimiento de la negritud” las apartara de su programa de acción. Sin embargo, en el ocaso de su vida, Leopord Senghor reconoció en su obra la influencia de esta librepensadora.
Como para saldar la deuda, a finales de los 90 del pasado siglo XX se reeditó La revista del mundo negro, y en 2019 se inauguró en París la calle Paulette y Jane Nardal. Se admitía la reivindicación en el mismísimo cuerpo donde algún día latieron sus corazones. Con estos pasos serán recordadas estas mujeres no un día, sino todos los que tiene el año (Agradecemos la colaboración de la intelectual francesa Pascale Riou por el estímulo y el ofrecimiento de datos para elaborar este artículo).
Calle Pulette y Jane Nadal en la capital francess
Amigo mío , no sé si merezco el calificativo "intelectual" pero te lo agradezco mucho, y te digo todo el placer y honor que representan para mí leer tus artículos y la posibilidad de compartir datos e ideas contigo.
ResponderEliminarAhí vienen unas reflexiones personales en cuanto a este "olvido" de los aportes de estas mujeres a la creación de aquella fuerza socio-intelectual llamada " negritud".
Los famosos Césaire, Senghor etc se empeñaron (y acertaron ) en aclarar las mentes de su época sobre el invento utilitario- en el contexto colonial- del concepto de la inferioridad negra . Yo creo que ellos , metidos brillantemente en su tarea luchadora, se olvidaron de los arranques impulsados por las hermanas Nardal porque ya habían integrado como norma social bien arraigada , otro invento utilitario remoto y enfocado como un pilar fundamental del equilibrio social y hasta político : la discriminación y la desconsideración de todo lo referente a lo femenino .
El sexismo radica en la construcción social de casi todos los grupos humanos que , de un primario anhelo de protección ,por las debilidades físicas de las mujeres y de los niños,y para mantener las posibilidades de supervivencia y de reproducción del grupo, se desviaron hacia el control de todo lo que caracteriza a una mujer, desde su cuerpo hacia su mente, y así su apariencia física , su indumentaria, su comportamiento social, su sexualidad, su maternidad , sus deseos personales , intelectuales , sus sentimientos se volvieron un conjunto perteneciendo al grupo social y sometido a sus decisiones , juicios ,a sus sentencias morales y políticas ( y podemos añadir religiosas).
Este primer control global ( excluyendo por lo tanto a las mujeres de las altas esferas de decisión) se repercutió y se repitió en un control "segundario" , el familiar , el del grupo familiar, o del representante masculino, padre, hermano , esposo, este control segundario echando el cerrojo a toda tentativa de escape al control superior. La mujer, volviéndose una figura ,una imagen ,una estampa representativa de los valores sociales dedicidos , impuestos y controlados por los hombres, perdió su libertad ,sus libertades, y cualquiera posibilidad de autonomía. En este proceso de descontrucción del ...poder de las mujeres , los hombres aplicando ,como buenos alumnos de las potencias superiores , las reglas de la dictadura machista en casa, manteniendo a la mujer en un rol de garantía social de obediencia , no vieron que de paso eran ellos los primeros "obedientes" y los primeros esclavizados por el poder político y religioso .Y no comprendieron que un buen esclavo ocupado a esclavizar aún más a su mujer no se rebela y no contradice la cabeza que manda arriba de la sociedad.
La justificada y necesaria lucha de los dignos representantes de la negritud los hizo alejarse y olvidarse de la discriminación cotidiana y secular en la que vivían sus hermanas , que fueran negras o blancas.
Se podría comentar también lo del poder femenino perdido o mejor dicho el poder femenino apagado , ahogado por los hombres, y se puede establecer relaciones con el proceso de sumisión social de las mujeres como una simple pero eficaz manipulación del hombre por el poder que lastimosamente resurge en las nuevas corrientes extremistas y en los fundamentalismos religiosos y políticos . Pero ésos son otros asuntos. Monguí, un saludo de tu amiga Pascale Riou .
Inteligentes, atinadas y oportunas tus palabras. Pero, de lo que se trata no es de entender la causa de la exclusión femenina, que ya eso, explicado desde un plano contextual, es comprensible, sino de revisitar las razones que los llevaron a ellos, los hombres, a asumir tales posiciones androcéntricas para que no se repitan. Es hora de hablar, si bien no desde una rigurosa "igualdad", al menos respetar la equidad. Así podríamos entendernos y respetarnos desde la diferencia, y no vernos como "cuidadores" paternalistas y consideraciones definitorias al querer conducirlas por creerlas "el sexo débil", un término tan esquemático como hegemónico.
EliminarTu respuesta me hace pensar en dos cosas : primero , una teoría interesante , que leí hace algunos años ,que explica la elección del papel hegemónico por el hombre por su miedo visceral frente al poder y a las potencias que entrañaban las mujeres , y más particularmente la potencia sexual que consideraban como superior a la suya , lo que los llevó a restringir las posibilidades de expresión y de afirmación femeninas en todos los ámbitos para establecer y conservar su dominación. Y creo que la máquina judeo-cristiana de mi mundo tuvo un papel esencial en el "anclaje" de este sistema avilizador .
EliminarOtro elemento que podemos poner en el debate es la singularidad de las muy escasas sociedades matriarcales que siguen vigentes hoy en día: estas sociedades dirigidas por mujeres no incluyen la sumisión del otro género en su funcionamiento. De lo que leí, y también de documentales que ví, se destaca una organización con papeles bien definidos de las mujeres y de los hombres pero sin hegemonía ni abuso de poder y sobre todo un concepto de libertad otorgado a las mujeres , concepto totalmente normalizado ,que aparece como intrínseco a su sociedad .
No se sabe mucho de la historia de estas sociedades , además el enfoque sobre ellas se hizo desde perspectivas esencialmente masculinas lo que creó leyendas y fantasmas hasta fantasmagorías que seguramente modificaraon mucho las posibilidades de aproximarse a su realidad .
La proyecciones del miedo y del deseo de dominar entrelazados con las proyecciones fantasmagóricas nacidos de los misterios del ser femenino pueden ser algunas de las explicaciones al desastre machista .
Válida reflexión esa última tuya, porque definitivamente la imposición patriarcal responde a ese miedo visceral a la naturaleza femenina. Ellas no suelen competir, como dices, con nosotros, sino integrarse y vernos como su complemento, algo que no es hasta hace muy poco tiempo que reclama el discurso de la otredad como abanderado del respeto. Afortunadamente, esos miedos androcéntricos van quedando fuera de moda y las mujeres ganando espacios propios de una comunidad no necesariamente matriarcal, sino comunitaria, donde se respeten roles no sexistas, sino de profesiones, pero sin la marcada división social del trabajo que generó las diferencias de clase, sexo o "raza".
EliminarUna vez más se pone de manifiesto qué nosotros mismos no nos conocemos.
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