Por: Ramón Torres
Foto y videos: Cortesía de Frank Bekura Ibondad
Una de las figuras más pintorescas y mejor posicionadas dentro de la danza popular cubana lo es el íreme abakuá, personajes enmascarados que representan antepasados y acuden durante el ritual a verificar cuanto sucede, castigar o simplemente alegrar la actividad de esta agrupación religioso-mutualista cubana venida con los carabalíes desde África subsahariana.
De su función nos vamos a referir, especialmente porque el 29 de abril se festeja el Día Internacional de la Danza desde 1982, tras debida declaración de la Unesco.
El acercamiento al íreme ha resultado privilegiado por los estudiosos del arte, quienes han legado un indiscutible aporte sobre su Comunicación No Verbal. Sucede que en la ejecución del íreme (como el caso de los orichas de la tradición yoruba; los fodunes y loas, llegados del Dahomey; los agentes espirituales de procedencia bantú, entre otras) hay mucho de esteticidad, y la ciencia, el arte, la religión, no están escindidas, sino que todo viene en un mismo paquete.
El texto africano (y de su descendencia en América), además de religioso, tiene una poderosa carga emotiva: se le recupera, se le recuerda y se le sintoniza mejor gracias a su recurrencia natural a elementos de artisticidad. Ello explica por qué tiene tanta prioridad la comunicación del íreme desde anclajes estéticos, debido a sus implicaciones con el universo de lo sensible.
“En todo danzante mimético hay el embrión de un actor —nos dirá el polígrafo Fernando Ortiz—, o un actor consumado por su maestría en el arte de la representación (…)”.
Lo estético en las culturas de matriz africana se integra a un todo. Hay, por ejemplo, en el accionar del íreme (como en las danzas de Ochún, Yamayá, Changó…) numerosísimos ejemplos de artisticidad en cuanto a desplazamiento, composición, color, ángulo, gestualidad, que clasifican indiscutiblemente como danza. El accionar del íreme, específicamente, constituye una herramienta que se materializa en su relación con la música, cantos u órdenes como puede verificarse en el video adjunto.
Sin embargo, los estudios etnográficos y las historias de la etapa colonial se acercan muy poco a esta figura, y en todos los casos pondera el discurso de la clase dominante. Ni siquiera las descripciones artísticas hablan en detalle las danzas venidas de África, por lo que muchas se perdieron o fueron relatadas bajo la mirada y toma de posición de un autor que pocas veces podía captar el verdadero espíritu o intención de los ejecutantes.
Sorprende que un país como Cuba, con una altísima producción danzaría popular, tenga tan insuficiente documentación “desde abajo” y escasísimas historias orales que hayan recogido el testimonio de portadores culturales que dieran cuenta del íreme. Por su puesto, se debe al silenciamiento que durante mucho tiempo se tuvo sobre la cultura popular en general y la Sociedad Abakuá en particular.
De cualquier manera la tradición ha sabido mantener esta cultura a través del aprendizaje desde la horizontalidad, aunque la actitud excluyente ponderó durante muchísimos años.
Tras triunfar la Revolución cubana, y en un esfuerzo por revitalizar el acervo abakuá como parte de la cultura nacional se creó Efí Yaguaremo, primera compañía músico-danzaria que mostraba públicamente en un teatro parte de la actividad abakuá, liderados por el Ekueñón de la potencia capitalina Isún Efó, Víctor Herrera, y asesorado por el doctor Argeliers León, al frente del Departamento de Folklore del Teatro Nacional de Cuba.
Asimismo, la carroza del célebre cabaret Tropicana adaptó al año siguiente lo más popular de su show, el espectáculo Senseribó, que impulsado por Pedro Izquierdo (Pello Afrocán, iniciado en Foco Endibó) y bajo la dirección de Nilo Quintela, causó furor.
En 1996 ve la luz un trabajo que centró su acercamiento al protagonista más recurrido dentro del universo ñáñigo: El íreme abakuá, de Bárbara Balbuena. El 6 de enero de 1997 el Museo Casa de África de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana saca a la calle El Cabildo, una iniciativa que intenta recordar los festejos del Día de Reyes durante la etapa colonial. Desde muy temprano, al recorrido por las calles de La Habana Vieja se le sumaron los íremes, pues siempre destacaron entre las figuras más pintorescas de la ceremonia.
Se impulsaba, con la presencia de “diablitos” cada vez más sistemática en la vía pública, una nueva etapa de legitimación que continúa hasta la fecha. El video que ilustra el presente trabajo constituye una muestra y una felicitación al Día Internacional de la Danza con la exhibición abakuá del 6 de enero de 2020. Esperemos que la disfruten.
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