La pérdida de un líder político suele repercutir de manera agigantada en los medios de comunicación masiva; pues, no sin razón, esas personalidades generalmente pertenecen al grupo que detenta el poder hegemónico, o al menos, al contrapoder.
Lo mismo sucede con las figuras de la farándula: artistas, gente exitosa, deportistas de prestigio internacional.
Pero no siempre ocurre igual con los líderes religiosos, sobre todo, cuando forman parte de los llamados sectores populares o “culturas subalternas”. Esto es: no tiene la misma cobertura la desaparición física de un Papa, que la de un personaje ilustre y hasta “mágico” de una nación africana: se evidencia a las claras que los “mass medias” favorecen casi siempre a las instituciones “debidamente” posicionadas.
Sin embargo, la desaparición física este sábado 13 de febrero del sacerdote Ángel Custodio Padrón Cárdenas (Bebo Padrón, 1928-2021), ha impactado a la comunidad religiosa de matriz africana en Cuba y en el exterior.
Bebo había vivido intensamente (contaba noventa y tres años de edad en el momento de su deceso), pero siempre uno creyó poderlo tener más tiempo; eso sin contar que vivirá eternamente en el corazón de sus seguidores.
Bebo es, lo que se pudiera decir, ejemplo de ecumenismo, era Baba Ejiogbe, miembro del grupo gestor y fundador de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, el más anciano del Consejo de Sacerdotes Mayores de Ifá encargados de vaticinar la Letra del año, consagrado masón (fundador de su propia logia) y Mokongo de la potencia abakuá Efí Eroko Enyuao.
Sus hermanos de cada cuerpo institucional le rindieron los más merecidos tributos tras su partida, pero también representantes del Departamento de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y otras entidades, como muestra de que Bebo era un genuino representante popular muy bien establecido a cualquier nivel social, prestigio ganado sin desligarse de la base que lo catapultó.
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