Por: Ramón Torres
Cuenta el mito que cuando nació Jesús de Nazaret, tres reyes magos iban siguiendo la luz que los llevaba hasta el lugar exacto donde se encontraba el prodigio. Dicen que uno de estos, Baltasar, era negro. Sin embargo, parece que se olvidó pronto ese detalle, y con el tiempo Occidente elaboró otro discurso para justificar el desprecio hacia el África que quería subyugar y de dónde se supone procedía uno de los adivinos adoradores del Redentor.
Lo asombroso es que en pleno siglo XXI el tema no haya sido aún superado. Por eso resultó todo un acontecimiento que en octubre de 2009 se celebrara en Roma el Segundo Sínodo especial para África, un continente expoliado, domeñado y obligado a olvidar sus culturas ancestrales, lo cual permitió contabilizar al rotativo La Vanguardia una triplicación desde 55 a más de 160 millones de feligreses católicos en los últimos treinta años. Esto sin contar el trabajo de las Iglesias protestantes y de los convertidos al Islam.
Desde luego, no cuestionamos la labor evangelizadora en aquel continente, sino que llamamos la atención de cuán desfavorecidos andan los seguidores negros de Jesús, incluso en torno a la designación de sus representantes, porque todavía subsiste en algunas mentes la idea de que los africanos carecen de alma.
Pudiera argumentarse que en el sínodo destacaron el ghanés Peter Turkson y el sudafricano Wilfrid Fox Napier, quienes a decir del periodista barcelonés Eusebio Val eran “ejemplos de cardenales que se ajustan al magisterio de Benedicto XVI y que no tienen problemas para defender los mismos argumentos desde la perspectiva africana”; en cambio, a nivel macro los negros quedan mucho más invistibilizados.
Pensemos juntos: de acuerdo con un comunicado de 2017, a cargo de la Oficina de Asuntos Públicos de la Iglesia Episcopal, que atiende a la diáspora africana que vive en los Estados Unidos, el Caribe, América Central, América del Sur y otros países, durante más de 140 años solo alrededor de 45 obispos negros habían sido consagrados por la sacrosanta institución.
No ha de extrañar, entonces, que el pasado 2020 el grupo de Padres y obispos da Caminhada, formado por exponentes de la teología de la liberación, solicitara al Papa Francisco la designación de más sacerdotes negros en Brasil, considerando la gran cantidad de personas de piel oscura que habitaba ese país sudamericano.
Los firmantes aseguraban que los sacerdotes negros eran vistos como inferiores, ridiculizados y andaban “temerosos de no ser aceptados para las sagradas órdenes”, por lo que pedían al Sumo Pontífice un cambio de actitud respecto a la elección de los obispos, pues la Nunciatura actuaba sin consultar debidamente a las Iglesias locales.
“En un país de mayoría negra deberíamos poder tener más obispos negros —agregaba el comunicado— ¿Por qué un sacerdote negro en Brasil no puede ser obispo? ¿O será que la elección está vinculada a la supremacía blanca?”.
Numéricamente hablando (y también históricamente), la negritud eclesiástica ha permanecido rezagada, al menos dentro de la cúpula. De hecho, hubo que esperar hasta casi el otro día para que eligieran a Wilton Gregory al frente de la arquidiosesis de Washington como primer arzobispo negro, tras la dimisión del cardenal Donal Wuerl en octubre de 2018, presionado por denuncias debido a su papel en la crisis de abuso sexual del clero.
Cuba ha sufrido la misma “decoloración” de sus representantes en las más altas instancias eclesiásticas, y no fue hasta el 27 de mayo de 2018 que Silvano Pedroso Montalvo tomó posesión de la sede de Guantánamo. Lo confirmaba Alfredo Petit Verger, obispo emérito de La Habana, al reconocer en ello un aporte de iglesia en la Isla al ser ordenado “el primer obispo de la raza negra en su historia, porque sacerdotes los ha habido y hay varios pero nunca un obispo”.
Silvano
Pedroso Montalvo, el primer Obispo negro en Cuba
Para no pecar de insuficientes, hemos de admitir que incluso muchas personas negras que alcanzan cierta visibilidad dentro de algunos cuerpos eclesiásticos, tampoco destacan como figuras progresistas que estimulen una visión filantrópica hacia sus congéneres, pues tienen una errónea interpretación de las Santas Escrituras.
De tal suerte, poco favor le han concedido las designaciones de líderes religiosos a Baltazar, el rey mago negro, adorador de Jesús, y a los otros dos que con él venían signando la diversidad humana, pues los Reyes Magos representaban las tres razas de la Edad Media: Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos, quienes desde el Oriente llegaban a Belén para festejar el nacimiento del Mesías, que por demás no debía ser del todo blanco, como lo pintaron luego en frescos y óleos posteriores.
Pero había que invisibilizar, de alguna manera, a los descendientes de Cam, y oscurecerles la piel y la mente, y desproveerlos de los cargos más importantes como una manera de demostrar la incapacidad innata y maldita atribuida a los negros dentro algunos que se dicen “humanísimos” intérpretes de los textos bíblicos. Afortunadamente, no son todos los católicos ni mucho menos de toda la comunidad cristiana, los que pretenden ver esa naturaleza negativa en los sucesores de Noé.
Fuentes:
ACI Digital “Obispos y teólogos de la liberación piden al Papa más sacerdotes negros en Brasil”. 15 de setiembre de 2020 - 2:02 PM. Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. En https://www.aciprensa.com
“Cartel espiscopal de los obispo negros”. 30 de enero de 2017.
Cantero Guibert, Araceli. “Silvano Pedroso Montalvo, el primero Obispo negro de la historia de Cuba”. En https://www.vidanuevadigital, 31 de mayo de 2018.
Daniel Burke “El papa Francisco nombra al primer arzobispo negro de Washington”
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