viernes, 11 de junio de 2021

Abakuá: Atractivo juvenil

 Por: Ramón Torres


Frecuentemente se ha hablado con prejuicio sobre los ñanigos o abakuá; sin embargo, muchos jóvenes continúan yendo hacia la insitutición, porque el reconocimiento de determinados valores por parte de la Sociedad Abakuá quizá influye para que muchos se acerquen a ella y, aunque no se caracteriza por el proselitismo, es de hecho atrayente para la juventud, que busca diversión, reconocimiento e identificación.

Ya lo decía Lydia Cabrera:

Ekue no “monta”. No elige. No busca… Se le va a buscar. Sin experimentar fenómenos extraños, van a buscarlo aun aquellos que se avergüenzan de confesar que son ñáñigos.

Como nos explica un viejo “Ekue conmueve”. Ejerce de lejos una atracción irresistible, provoca una exaltación misteriosa, entrañable, en el hombre que lo escucha.[i]

No obstante, admite la investigadora que siempre hay quienes asumen la religión con fines menos benévolos.

Muchos, sin embargo, se juramentan por el más grosero materialismo; las rumbantelas, la guapería, las trifulcas, el lucirle a las mujeres, la música bonita, el baile y el aguardiente llevan a muchos al ñañiguismo.[ii]

Hoy se le atribuye a la incorporación de muchos jóvenes el incremento de los índices de violencia en la Sociedad Abakuá. Razones históricas —a veces contradictorias— nos mueven a explorar la marginalidad juvenil dentro de esta entidad, en la cual la percepción mutua entre generaciones se nos antoja distanciada.

Según la mayoría de los testimonios orales y escritos Efí Butón, el primer juego abakuá, estaba integrado por negros criollos, porque las leyes de la colonia prohibían la reunión de estos y africanos en los cabildos y, además, porque los últimos negaban la participación de sus descendientes en estas cofradías de “nación”.

Este celo no es privativo de los carabalíes, sino común en el cuerpo africano traído a Cuba por el dominio español, y así lo confirmaba hará algunos años el etnólogo Rogelio Martínez Furé:

Es proverbial la reserva de los africanos en asuntos religiosos para con sus hijos criollos. Todos los informantes hijos de “negros de nación” se lamentan de no haber aprendido más sobre los cultos de sus antepasados, porque “los mayores” les prohibían participar en ellos, ya que consideraban que “los criollos eran poco serios y no respetaban nada”.[iii]

Sin duda, aparece una marginación hacia la juventud criolla, condicionada por un sistema de relaciones de poder autoridad. La cita anterior permite ilustrar al lector sobre los primeros choques generacionales entre africanos y descendientes.

Por otro lado, los áppapa hicieron jurar a sus ahijados obediencia absoluta y, como medida adicional, la negativa de admitir mulatos dentro de las filas abakuá (…) ya que odiando los carabalíes a los blancos, no podían tolerar en su sociedad a alguien que tuviese en sus venas una traza de sangre de la raza odiada.[iv]

Luego de mucha insistencia fueron admitidos —sin embargo— los mestizos, atendiendo a su condición de descendientes y herederos de los negros. En ese contingente entró Andrés Petit.

La Sociedad Abakuá siempre ha despertado cierto atractivo entre la juventud: algunos la miran de soslayo, otros la esquivan, otros aun van directo, pero es muy difícil ignorarla. Por eso no extraña que un grupo jóvenes, incluso blancos de La Habana quisieran probar suerte, se inclinaran a ella y pugnaran por compartir el Secreto: formaban parte de una nueva generación, menos prejuiciada que la de sus antecesores y aspiraban a compartir el Misterio de los negros. Pero no les estaba permitido.

Abakuá siempre ha despertado un poderoso atractivo entre los jóvenes

Tras algunos años de reclamo, Petit inició a los primeros blancos en 1857, pero no fue hasta 1863 cuando se reconoció el juego, que recibió el nombre de Akanarán Efó Ocobio Mucarará (traducido: Madre Efó de hermanos blancos).

Curiosamente, a través de los años, se ha visualizado una relación equidistante y negativa entre generaciones, sobre todo, por la mirada adultocéntrica que impone la sociedad. Los jóvenes, como grupo social, son marginados dentro de los marcos de una sociedad que define a la juventud como un fenómeno negativo. En el caso que nos ocupa ¿está tan perdida la juventud abakuá? ¿Fue, acaso, todo tiempo pasado mejor para el ñañiguismo?

 “Los jóvenes han venido a echar a perder la religión” o “antes no era así”, son criterios escuchados a menudo, inclusoive entre personas vinculadas al ñañiguismo. Es la reiteración del histórico encuentro de generaciones distintas, quizás porque se ha establecido la imagen distorsionada de la juventud, que suelen legitimar también los medios de comunicación.  Hoy muchos adultos se quejan del irrespeto juvenil hacia el abakuá, del mismo modo que lo recogen testimonios aportados por Lydia Cabrera hace más de 50 años.

(…) porque el ñañiguismo no es hoy lo que era en su tiempo (…), ahora cualquiera sin acreditar que es un hombre, puede ser ñáñigo (…) abakuá es bueno, y los malos son los abanekwes.[v]

¿Quién tiene, entonces, la razón? ¿Cuál fue, en realidad, la época dorada del ñañiguismo?

Huelga destacar el sentimiento de ambivalencia al cual se ven sometidos los jóvenes frente a un doble proceso de exclusión. Exclusión dada por los adultos ekobios (hermanos en la religión) y exclusión por parte del resto de la sociedad con respecto al ñañiguismo, debido a secuelas y prejuicios históricos.

La juventud abakuá atraviesa por la misma dinámica de cualquier otra: la etapa de acceso al empleo, de implicaciones y definiciones políticas, de afianzamiento de valores y de afirmación de identidad. No es casual que muchas de las manifestaciones de estos jóvenes aparezcan como contracultura. Los jóvenes de la Sociedad Abakuá, reunidos bajo el signo religioso son una fuerza social digna de tener en cuenta.

Con todo, el asunto de la edad para iniciarse ha sido y todavía es muy discutido. Hará cerca de cuatro décadas escribía Lydia Cabrera:

Desgraciadamente no son pocos los Partidos que no investigan la vida ni los antecedentes de los aspirantes, aceptan al primero que se presente y lo inician de hoy para mañana sin someterlo a prueba, sin parar mientes en su conducta aun cuando ni siquiera llene el requisito de la mayoría de edad, de rigor en muchas Tierras. “Lo que les importa es cogerles el dinero, y para eso cualquiera los garantiza”.

En el Calabar, nos decía C. H., se iniciaba a los dieciocho años. No pocos obonekues, en edad temprana, pero bien dotados y dignos de que se les concediera tal honor, han obtenido Plazas en sus Potencias (…)

No obstante, sobre el capítulo de la edad eran muy cuidadosos los antiguos, observará otro ñáñigo. He conocido uno, de pasado turbulento, iniciado a los quince años cuando abandonó la casa materna para entregarse como un loco, nos decía él mismo, a la mala vida y a la ley de la navaja. Hoy es un viejo de cabellos blancos y Koifán apacible de su Potencia. A un muchachejo, a menos de señalarse como una excepción extraordinaria por su buen juicio y seriedad precoz, no se le debe admitir en la orden bajo ningún concepto. La ligereza e inexperiencia del imberbe suelen dar frutos que redundan en perjuicio de la Potencia.[vi]

Para evitar o atenuar la indisciplina social en los jóvenes, después de un profundo concilio entre dignatarios de La Habana y Matanzas, la directiva nacional abakuá establece actualmente 18 años para presentarse y 21 en el caso de la iniciación.

Pero lo importante es que la juventud, apasionada, transformadora y siempre renovadora, no permite que se apague la antorcha.



[i] Lydia Cabrera. “Ritual y símbolos en la Sociedad Secreta Abakuá”. En Catauro. Año 1, No. 1, 2000, p. 136-137.

[ii] Ibídem.

[iii] Rogelio Martínez Furé. Diálogos imaginarios. Ed. Arte y Literatura. La Habana, 1979, p. 160.

[iv] Sectas religiosas. (s.l) (s.e) (s.f) (s.pi), p. 95

[v] Lydia Cabrera, citada por Enrique Sosa en Los ñáñigos. Ed. Casa de las Américas. 1982, p. 324.

[vi] Lydia Cabrera. “Ritual y símbolos en la Sociedad Secreta Abakuá”. En Catauro. Año 1, No. 1, 2000, p. 136-137.

2 comentarios:

  1. Profe como siempre atinado y certero en sus escritos, de temática actuales e importantes dedicarle un pensamiento y estudio. Tabúes hay mucho usted menciona muchos, culpan a los jóvenes de susesos y otros tambien a los mayores que no esucaton bien a los jovenes o le permitieron el ingreso a la fraternidad. Sin embargo lo cierto es que l juventud se impone de una forma o de otra y que lindo sería si fuera de la mejor manera. Siempre pienso porque nuestra nadre patria tiene tantos conflictos internos? Y para mi la división existente entre tribus y etnias juega un papel primordial en la cuestión, cosa que se repite entre nuestras pitencias y juegos y hace de cierta manera que se pierda la fuerza moral, ética y sobre todo fraternal, entre otras de nuestra institución religiosa. Espero que los jovenes entendamos esto y logremos unificarnos. Gracias profesor por seguir tocando temas sensibles, imprescindibles y de sumo interés. Bendiciones

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    1. Gracias, chama. Aunque no pones nombre, infiero que seas Enrique Mila, por el contenido de tu comentario. Es bueno saber que la juventud está dispuesta a continuar ese legado, y a llevar el batón que se le entrega, y respetar la esencia, pero adecuar el fenómeno a esta nueva realidad. Eso forma parte del mecanismo de sobrevivencia para que esto se mantenga.

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