sábado, 18 de agosto de 2018

La Sociedad Abakuá y su diapora por el mundo



Por: Ramón Torres
Foto: Óleo sobre tela, de Hugo Curet
Se sabe que, aunque la Sociedad Abakuá surgió a partir del cabildo carabalí bríkamo de los ápapas, esta es genuinamente cubana. Sin embargo, casuísticamente los miembros de la hermandad se han visto forzados a llevar sus fiestas al extranjero.
Algunos documentos apuntan que hacia el siglo XIX los ñáñigos, deportados a las prisiones de Chafarinas y Fernando Po, efectuaban ceremonias en aquellos parajes. Destaca Trujillo que “en 1879 catorce individuos estando cumpliendo la pena que se les impuso, formaron un juego dentro de la cárcel”.
Asimismo, recoge Lydia Cabrera en La Sociedad Secreta Abakuá, contada por viejos adeptos que “Plantaban también el Penal de Ceuta, -en el 1888- donde los ñáñigos, fueron deportados en gran número. A Cádiz y al Castillo de Figueras”.
Encontramos igualmente presencia abakuá en otros lugares. Por ejemplo, el desaparecido doctor Enrique Sosa explica:
“Dos autores establecidos (…) a partir de 1869 testimonian en sus libros la presencia ñáñiga en Key West: Gerardo Castellanos García y Juan Pérez Rolo. El primero en Motivos de Cayo Hueso, de 1935 rememoró: ‘En el afán de divertirse efectuaban los ñáñigos, el Día de Reyes, esas raras ceremonias y paseos con el consabido diablito y demás funcionarios al toque del ronco tambor’ (…), el segundo, en Mis recuerdos aparecido en la década del veinte del siglo pasado, atesta de nuevo que los ñáñigos salían a las calles el 6 de enero, con paseos ‘que fueron suspendidos [no dice fecha], pues la colonia cubana creyó que esos espectáculos desdecían de la cultura de la emigración’”. 
No obstante, todo parece indicar que en cualquiera de los ejemplos señalados se trataba de festejos nostálgicos a través de los cuales se mantenía viva la tradición lejos de la anhelada patria, pues el celo de los mayores dejó clara su negativa de permitir la salida del Secreto hacia tierras foráneas. De acuerdo con lo expresado, debemos hablar entonces de recreación del ritual en el extranjero, ya sea por exilio o por aglomeración forzada en busca de trabajo, y no de ceremonias puramente religiosas que tuvieran efecto duradero ni produjeran otros juegos.
A Cuba le asiste el privilegio de contar con la Sociedad Abakuá, única asociación de su tipo en América, al menos en la variante africana. Desconocemos si existió abakuá como fraternidad en África, toda vez que el término solo podemos localizarlo entre un grupo de pobladores del Calabar y no como formativa de alguna de las sociedades secretas que tanto proliferaron en la región. Es decir, que al extrapolar el culto a su  nuevo contexto, los padrinos carabalíes le asignaron la denominación de un pueblo de aquella zona como si constituyeran un grupo homogéneo o tal vez preponderante, recordemos que carabalíes trajeron muchos a Cuba.
La Sociedad Abakuá, como organización religiosa, requiere de un conjunto de pasos muy rigurosos para el satisfactorio cumplimiento del ceremonial, más aun para la creación de nuevas tierras. En tal caso se precisa de un Fundamento mayor que lo bautice y una serie de operaciones litúrgicas del dominio frecuente de los más ancianos y sabios iniciados, quienes históricamente se han negado a compartirlo, máxime cuando se trata de su divulgación en el exterior.
“El fundamento no puede salir de Cuba —decía un entrevistado al investigador estadounidense Ivor Miller—. En una ocasión quisieron llevárselo y se les explicó que no puede cruzar el mar, porque pierde efecto. Para que en otra tierra trabaje muna, hay que hacerle al río la transmisión del pez, y ¿quien lo sabe hacer? Nadie: este secreto los africanos se lo llevaron a la tumba. Los hombres se pueden venir a jurar de donde quieran, pero no llevarse a Muna.
“En el año 1988 o 1989 —continúa el citado autor—, unos cubanos que viven en Puerto Rico recomendaron a unos puertorriqueños para formar un juego (…) Se les hizo la consagración en el juego Bekurí Bondá, pero se les explicó que no pueden funcionar ni jurar ningún juego fuera de Cuba”.
Más adelante, todavía agrega Miller con una información digna de nuestro interés:
“Aunque miembros abakuá han vivido por lo menos durante cincuenta años en los Estados Unidos, hasta muy recientemente el fundamento no había sido recreado allí.
“Sin embargo, el 6 de enero de 1998 nació en Miami el primer grupo de abakuá en los Estados Unidos, llamado Efí Kebúton Ekuente Mesoro. Efí Kebúton es una referencia al primer grupo abakuá en Cuba, y Ekuente Mesoro significa que este grupo nació sin la presencia de otro fundamento mayor. Sus líderes enviaron una carta al Buró Abakuá (la Organización para la Unidad Abakuá), en la que anunciaban su existencia".
En cambio, según la mayoría de fuentes autorizadas del universo abakuá, el juego del cual se hace alusión carece de validez y, luego de 12 años de aquel suceso, no ha tenido más trascendencia ni ha podido crear juegos a partir de este, como sucede en Cuba.
Las opiniones están divididas: iniciados abiertos y liberales que, aunque son los menos (casi insignificante la cifra), recogemos su criterios, pues cuestionan la posibilidad de que los africanos trajeran un ekue u otro instrumento sagrado que permitiera la transmisión, solo comprensible a partir de una recreación en Cuba de las sociedades ekpe, nunca una copia fiel ni exacta, puesto que en el nuevo contexto americano no existía siquiera el leopardo. Arguyen, además, que el cambio permitirá la subsistencia de esta religión.
Del otro lado figura la corriente conservadora, de la cual Miller recoge el punto de vista:
“Los abakuá cubanos consideran que el grupo de Miami carece de autoridad ritual o de otro tipo. Señalan que muchos de los mayores de Miami fueron suspendidos de los grupos cubanos por desobediencia, y que se les considera malos hermanos. También alegan que no saben lo suficiente como para realizar las ceremonias adecuadas y crear un fundamento.
“Las cuestiones de representación también son importantes. Los mayores abakuá cubanos temen que el grupo de Miami no sea tan selectivo en cuanto a sus membresías. Y que, por ejemplo, dejen entrar a mafiosos en la organización, lo que sólo atizaría el fuego de la propaganda de los abakuá como fuerza negativa. Los mayores abakuá (…) expresaron unánimemente su sentir de que el grupo abakuá no autorizado de Miami es un acontecimiento negativo, y que no lo reconocerían. Esto demuestra una vez más la absoluta cubanía de los abakuá: hasta ahora, no se les ha permitido salir de la Isla".
De cualquier modo, los abakuá de Miami realizan fiestas de socialización y unificación bajo el signo de Bongó Itá, es decir, que todos nacieron de un mismo ekue o bongó e, incluso, efectuaron un Festival Abakuá, cosa que todavía en Cuba no se ha podido lograr.

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