Por: Ramón Torres
En el Museo Casa de África, al centro el DrC. Ramón . A su izquierda, respectivamente: DraC. Ileana y los MsC. Yaniela y Julio
El Museo Casa de África ha funcionado cual agente fertilizante. De ahí, emanaron ideas, cuestionamientos, polémicas decoloniales. Es lo que sucedió estos días, cuando un grupo de estudiosos de la Universidad de Bahía probó suerte para intercambiar con investigadores del patio de lo cual devinieron vínculos, debates, propuestas colaborativas inimaginables.
Prestigiosos historiadores estuvieron a la vanguardia de las conversaciones, para luego siguir un enriquecedor encuentro entre pesquisadores del gigante suramericano y los especialistas del campo religioso cubano: DraC. Ileana Hodge Limonta, directora del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas; DrC. Ramón Torres Zayas y MsC. Yaniela Morales Cortina, subdirector científico e investigadora del Instituto Cubano de Antropología, respectivamente; y el MsC. Julio Ismael Martínez Betancourt consagrado en Ifá y estudioso de estos temas.
Otros espacios para compartir sin presiones ni etiquetas academicistas
También hubo encuentros con activistas del movimiento antirracial, como Zuleica Romay Guerra, miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua, autora de los textos Elogio de la Altea o las paradojas de la racialidad y Cepos de la memoria; y el historiador Rolando Julio Rensolis, vicepresidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, al frente de la Casa Museo Quintín Bandera, y uno de los líderes del proyecto Color cubano.
Las experiencias de colonización compartidas de Cuba y Brasil por potencias ibéricas, los discursos contrahegemónicos, las producciones simbólicas desde la otredad, fueron aspectos tratados con rigor científico y la propuesta de portadores culturales que, además, forman parte de la academia, lo cual generó espacios liberados de "etiquetas" almidonadas.
Al directo, con los verdaderos portadores culturales
Llamó la atención de los diálogos una presentación cultural y genuina de iniciados y aspirantes a la Sociedad Abakuá, pues como entidad eminentemente cubana de ascendencia africana siempre genera un atractivo singular entre la heredad venida del mal llamado Continente Negro, tal vez por haber estado sujeta históricamente a prejuicios y estereotipos, o quizá por lo pintoresco de sus íremes y el replicar de los tambores.
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