Por: Ramón Torres
Un reciente artículo publicado en el grupo Egbe ìlé ìré Esúlona reflexionaba sobre el premio Goncourt 2021, otorgado al senegalés de 31 años Mohamed MbougarSarr, quien se convirtiera con la designación en el escritor pionero del África subsahariana galardonado por esa prestigiosa instituión francesa.
El hecho ocurría cien años después de que por vez primera un narrador negro recibiera similar condecoración en 1921: el guyanés-martiniqués René Marán, gracias a su novela Batouala.
Marán había nacido el 5 de noviembre de 1887 en un barco durante el viaje de sus padres guyaneses hacia Fort-de-France (Martinica), pero todavía pequeño se traslada a África, ya que el papá, Héménéglide, ejercía un puesto en la administración colonial. Luego envían al crío para que se formara en Burdeos, hasta que con 22 años abandona la metrópoli y retorna al África ecuatorial, convertido también en Funcionario que, formado en las mejores escuelas del país europeo, compartiría inicialmente los sueños de una Francia "civilizadora".
Sin embargo, pronto descubre la delincuencia de los colonos, arrogantes y crueles, quienes rechazan que los dirija un negro. Sus experiencias en África se convierten en materia prima para su ulterior novela, en la cual describe sin tapujos los abusos, excesos y la intolerancia de los blancos ocupantes.
La novela emerge cual suceso revolucionario: un hombre negro es el centro de la trama en una época en que las culturas indígenas eran otroizadas y etiquetadas de “incultas” por la administración colonial. Batouala ya sonaba como formidable grito de libertad y rompía con la declaración de “superioridad” eurocentrista, lo cual constituía de plano un hecho inédito hasta entonces.
En cambio, la obra resultó dicotómica, para algunos constituyó un escándalo, otros le vieron un horizonte de esperanzas. De cualquier modo, cuando tres días más tarde el afortunado se enteraba del triunfo novelístico gracias a un telegrama de felicitación, pues a la sazón se desempeñaba como administrador colonial en Oubangui-Chari (futura República Centroafricana), dicen que exclamó con orgullo “¡Este premio demuestra de un solo golpe al universo que un negro puede producir obras de mérito, y ser alguien!"
Sobre el impacto favorable de aquel premio literario, comentaría en sus páginas el rotativo Le Petit Parisien: “Es la primera vez que los negros juegan y ganan!”
De igual modo, tuvo también sus detractores y la aparición de Batouala en las primeras páginas de los periódicos parisinos generó disgusto en la administración colonial, tanto que el libro fue prohibido en África y causó inquietud en toda Francia, tras lo cual Maran se vio obligado a demitir del cargo.
"Cuando escribí Batouala —diría el propio autor—, quise mostrar África como la veía. Todo lo que he dicho ha sido cuestionado con dureza y malicia y, para demostrar que me había equivocado, estudiamos lo que había visto. Nos vimos obligados a decir que estaba diciendo la verdad (...)".
De regreso a París, René Marán frecuentó el salón literario de la martiniqueña Paulette Nardal, en Clamart, donde entabló amistad con los pilares del movimiento de la Negritud: el senegalés Léopold Senghor, el martiniqués Aimé Césaire, el guyanés Léon Gontran Damas o el haitiano Jean Price Mars.
Reconociendo la huella de este pensador en el desarrollo del pensamiento negrista, Césaire admitirá: "Fue el primer hombre de cultura negra en revelar África". Pero otro de su paladines, FrantzFanon, no compartía del todo el entusiasmo de Césaire y le criticará a Marán, en 1952, un compromiso que encuentra demasiado friolero.
Lo que sí es cierto que René nunca adoptó un partidismo “negrista”, sino que se autodefinió resultado “de su biblioteca”, con aderezos tanto de Rimbaud, Césaire y de muchos otros, y sin conceptos raciales.
No obstante, Marán se consagró al reconocimiento de la igualdad del hombre negro y promovió la idea de una Francia humanista y una política progresista y asimilacionista. Pero todavía es, para muchos, un total desconocido.
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