viernes, 18 de marzo de 2022

Isún Efó: “Los jóvenes tranquilos”

 Por: Ramón Torres

Cuenta Pedro Dreke en sus memorias que Isún Efó, potencia abakuá nacida el 20 de marzo de 1938, fue una entidad sui géneris.

Resulta que, como agrupación religioso-mutualista eminentemente cubana, la Sociedad Abakuá se reproduce por lo común a partir de iniciados que deciden constituir otra “tierra”, “juego” o “potencia” (es decir, sus núcleos grupales) y así se separan de la anterior; pero, se ha dicho, lo de Isún Efó fue sorprendente: no pertenecían a ninguna otra generadora.

Hacia 1913, miembros de Buma Efó, del barrio habanero de Atarés, pretendían formar una nueva agrupación que, se dice, se llamaría Efori Isún, pero la directiva de Buma no estuvo de acuerdo y suspendió a los trece implicados ante tamaña osadía.

Casi cien años antes ya había existido un Efori Isún entre las primeras tierras habaneras, y se correspondía con la capital de un prestigioso territorio de la región surnigeriana-camerunesa de Calabar. A esa zona, de acuerdo con el mito fundacional, pertenecían Efori Nkomo, Efori Buma, Efori Muteké y Efori Mebó, pueblos tributarios de Efori Isún. Quizás por ello los Buma cubanos se negaban a que se creara un juego que les robara el protagonismo en el barrio.

Territorio de Eforisún, según un mapa aportado por Víctor Herrera durante el Primer Festival de la Música Folklórica

Para 1925 se concertó una reunión en el solar de los Mao-mao, en Vigía entre Castillo y Pila, con el objetivo de ventilar la creación de tan anhelada tierra, esta vez a cargo de Betongó Naroko Efó, pero los miembros de Buma participantes se mostraron igualmente obstinados, y frustraron el empeño. Sin embargo, años más tarde los aspirantes recurrieron a directivos de Efori Nkomo, quienes al final accedieron.

Y, como un informe respetuoso de los hechos requiere demostración, volvemos al manuscrito del mencionado Pedro Dreke, según él, copia del acta fundacional:

“En La Habana, a los 19 días del mes de Marzo de 1938, tercer sábado, se reunieron en el Barrio Los Pocitos, enclavado en el municipio de Marianao, los plazas de la potencia Efori Ancomo —sic—; compuesto por los nombres que a continuación mencionamos:

Illamba-Jesús

Isué-Santiago Mechelena

Empegó-Felipe Cárdenas

Isunecue-Julian

Encrícamo-Masendo

Ecueñón-M. Manresa

Mosongo (I)-P. Paz

Nasacó-

Moniboncó

“Los mismos, acompañados y asistidos por distintos plazas de Muñanga Efó, se dieron a la tarea de constituir y fundamentar la potencia Isún Efó; la cual tenía una gran oposición debido a malos entendidos, lo que llevó a los hombres que más adelante mencionaremos y que alcanzaron después de una lucha tesonera, que llevó más de 25 años (13 al 38), estos fueron capaces de vencer todos los obstáculos que se presentaron en esa época, todos ellos oriundos del barrio de Atarés que junto con el Pilar y Villanueva formaba el Barrio de Carraguao. Felizmente el 19 de marzo (sábado y domingo 20-38) se llevó a feliz término la consagración de la potencia Isún Efó y de los que constituyeron y la crearon por su perseverancia y tesón. A continuación una relación de los mismos:

1-    Francisco Ramírez-Illamba

2-    Pedro Dreke-Isué

3-    Manuel Domínguez-Mocongo

4-    Virgilio Collazo-Isunecue

5-    José Antonio Rodríguez-Empegó

6-    Víctor Herrera-Ecueñón

7-    Aurelio Hernández-Mosongo

8-    Monte-Morúa

9-    Juan Brito-Encrícamo

10- Victorino Sánchez-Embácara

11- Enrique Dreke-Encóboro

12- Francisco Armenteros-Nasacó

13- Juan Aldama-Encandemo

14- Francisco-Acoumbre

“En fiesta posterior se sacramentó y se juró la plaza de Eribangandó por Reynaldo Díaz”.[i]

 

Placa en el templo de Isún Efó, que recuerda a su primer Mokongo, Manuel Domínguez

Por supuesto, no pretendemos hacer una descripción pormenorizada de cómo se fundó Isún Efó —pues sería como “fotocopiar” un material en bruto—, sino analizar el contexto de manera dialéctica, lo cual significa hacer un acercamiento desde lo social e histórico.

Esto nos mueve a pensar por qué el primer intento de formación de la potencia no auguraba resultados satisfactorios, pues entonces se protagonizaba una sórdida persecución contra los ñáñigos (como también son conocidos los miembros de la hermandad), debido al desprecio que mostraban las clases dominantes hacia todo cuanto destilara africanía, apoyados incluso por prestigiosas personalidades.

“Figuras prominentes de los años 1910 como Fernando Ortiz pedían la total prohibición de los rituales de santería (…) para purgar a la nación de prácticas culturales ‘degeneradas’ —recuerda Robin Moore—. El capitán de policía Rafael Roche Monteagudo dedicó toda su carrera a lograr esta meta, organizando verdaderas cacerías en las casas donde tales servicios religiosos tenían lugar, arrestando a los participantes y confiscando o destruyendo altares, íconos, instrumentos musicales y vestimentas ceremoniales (…). Quizá debido a que las prácticas de algunas sectas religiosas neo-africanas (particularmente palo monte) empleaban a veces huesos humanos en sus rituales, las prácticas religiosas afrocubanas fueron falsamente acusadas de practicar el sacrificio ritual de niños pequeños (…).

“Otro de los objetivos de las autoridades fue acabar con las ceremonias de los ñáñigos, cuyas sociedades fueron acusadas de no ser otra cosa que organizaciones criminales. Las sociedades ñáñigas fueron oficialmente prohibidas por el flamante gobierno cubano en 1903, tal como lo habían sido décadas antes bajo el régimen colonial (…). En muchos casos la policía intervino en las celebraciones callejeras que incluían la música y bailes de los diablitos enmascarados (…)”.[ii]

Las líneas anteriores permiten explicar el celo que se vieron forzados a mostrar los abakuá, no solo para efectuar sus ceremonias en las primeras décadas del siglo XX, sino también lo cuidadosos que debían permanecer con la elección de nuevos iniciados, así como con un crecimiento de la membresía y de potencias que contribuyeran al aumento de la persecución y la mala fama.

Para los años veinte el panorama se iba modificando; en cambio, los verdaderos portadores culturales seguían siendo tenidos muy poco en cuenta. Recordemos que la Sociedad de Folklore Cubano, creada  el 6 de enero de 1923 por un grupo de intelectuales, con Enrique José Varona como presidente y Fernando Ortiz, Israel Castellanos, Emilio Roig, Jorge Mañach, Rubén Martínez Villena y Juan Marinello, entre otros miembros, pretendían —primeramente— estudiar las particularidades hispánicas presentes la Isla.

“(…) si somos fieles a la verdad histórica, justo es reconocer que esta avanzada no se interesó, al menos inicialmente, por la producción afro. A ella le reservaba un serio análisis solo como labor terapéutica social que ‘ilustrara’ a sus portadores y les convenciera de sus prácticas ‘atrasadas’, propias de un estado de barbarie que debían superar.[iii]

Ya en 1938, cuando nace Isún Efó, era bien distinto: se había posicionado el afrocubanismo desde la década anterior, hacia 1931 la rumba se volvió apoteosis luego de su exhibición en la Feria Universal de Chicago, y en 1937 habían vuelto a la palestra pública las comparsas en el Carnaval habanero, donde salió por vez primera Los marqueses de Atarés, cortejo integrado por muchos miembros de la potencia Buma Efó y dirigida por Víctor Herrera, quien al año siguiente se juramentaría y ocuparía el cargo de Ekueñón en Isún.

Por lo visto, se habían limado las asperezas y veía la luz una nueva tierra abakuá innovadora y atípica, donde ninguno de sus miembros se encontraba iniciado en potencia alguna antes de asumir sus jerarquías. Sin embargo, desde muy temprano se ganaron el respeto dentro del universo religioso, y por su seriedad, deseos de aprender y comportamiento en público se conocieron desde muy temprano como los muchachos del juego de “Los jóvenes tranquilos”.

Aunque algunos le atribuyen una rumba homónima al destacado compositor Tío Tom, los isunes de antaño aseguraban, con mucho orgullo, que la siguiente en realidad era de la autoría de Daniel Domínguez /Tata/, quien quiso hacerle honor a su potencia:

Tiene mi barrio Atarés una inmensa fortaleza

y emporio tiene realeza y algo más que te diré,

también tiene mi Atarés la gran plaza del Mercado,

con un servicio esmerado al público y vendedores

 

Coro: Con la juventud del barrio Atarés

le aseguro a usted que puede gozar

 

Diciendo de mi Atarés, Atarés tierra bendita

donde hay mujeres bonitas y hombres de buen proceder

30 jóvenes tranquilos ellos son compartidores

Le cantan rumba y bembé y también son abakuá.

 

Coro: Con la juventud del barrio Atarés

le aseguro a usted que puede gozar.

 



[i] Memorias del original, dejadas por Pedro Dreke. Manuscrito en poder del autor.

[ii] Moore, Robin D. Música y mestizaje. Revolución artística y cambio social en La Habana. 1920-1940. Ed. Colibrí. Madrid-España, 2002, pp. 59-60.

[iii] Torres, Ramón. “Afrocubanismo: algo más que una opción”. En Comparative Cultural Studies: European and Latin American Perspectives. No. 14, 2021, p. 64.

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