domingo, 31 de marzo de 2019

Cubamafimbeando VII


  Llega el último día de marzo con la satisfacción de haber cubierto un conjunto de informaciones que avalan nuestra intención de visibilizar la huella de África en Cuba.
Como cierre de mes, miembros del Comité de la Ruta del Esclavo asaltaron el municipio de Melena del Sur, en la provincia de Mayabeque, al sur de la capital cubana, donde también el quehacer cultural resulta indiscutible.
La Galería de Arte Casona Azul demostró que en las zonas rurales la impronta africana tiene un profundo arraigo, y no perdió la oportunidad para compartir la exposición plástica “Maferefum Nfumbe”, de José Mederos, cuya obra hace un recorrido fantástico por la mágica interacción entre orichas y las deidades de origen bantú, las dos expresiones religiosas que más han impactado esa comunidad.
El parque del centro municipal fue sede de una actividad artística dedicada a Obbatalá, el oricha dueño de las cabezas según la mitología yoruba, y de un atractivo toque de rumba. Igualmente se reconoció el orgullo del territorio por ese enclave, pues fue el lugar donde se declaró a la zona primer territorio libre de analfabetismo, poco tiempo después del triunfo revolucionario de 1959.
La visita a una enigmática piedra, “alimentada” con poderes ultramundanos y venerada por los pobladores, fue el siguiente punto de reunión, con la colocación de ofrendas y peticiones, sobre todo de salud y paz entre los seres humanos.
Durante el encuentro, se presentaron los libros “Abakuá, del mito al imaginario” y “Los hombres de Tatu”, del periodista Ramón Torres, miembro del Comité de la Ruta del Esclavo.
En las áreas aledañas al central Gregorio Arlé Mañarich radica el asentamiento La Manchuria, donde se estableció desde la década del 70 del pasado siglo XX la familia Roseau-Durrití, de procedencia guantanamera, el municipio más oriental de la Isla.
Esta comunidad ha impregnado con su cultura el lugar, y ha asimilado lo típico de Melena del Sur, de lo cual deviene un híbrido que se nutre del muerterismo, el espiritismo, el vodú, palomonte y el culto a los orichas, en un producto ecléctico e interesante, con toques, cantos, danzas que pudieran calificarse de únicas y auténticas de Mayabeque.
El territorio de Melena del Sur se dedicó durante la colonia a la ganadería y el cultivo de tabaco, café y azúcar, fundamentalmente, y contempla en su demografía un alto porcentaje de descendencia africana, en especial del grupo Niger-Congo, es decir, de origen carabalí, yoruba, bantú, gangá y mandinga. 

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