Por:
Ramón Torres

Y
quiero referirme experiencia tuve el privilegio de disfrutar recientemente en
un lugar intitulado “La bombilla verde”, en la calle 11, entre 6 y 8, del
Vedado, donde se reúnen trovadores, no ya tanto al estilo Silvio y Pablo, sino
con propuestas muy innovadoras.
Se
trata de un proyecto atípico que apuesta por la crítica social con a
salpicaduras de africanidad.
El
arte reflexivo se apodera de numerosos espacios no estatalizados como es el
caso, donde se pone al desnudo las consecuencias de un mundo unipolar y el
impacto de la esclavitud negra, matizados por el acto de creación africano.
La
idea partió del creador francés DominiqueLentín, quien con un gusto ecologista
utiliza en esencia instrumental de material reciclado, pero que adquieren una
sonoridad.
Su
coterránea Pascale Riou, incorpora una lírica sugerente a través de alusiones,
frases y poemas que transversalizan épocas; al tiempo que el trovador cubano
Rolando Berrio imprime ese toque
nacional al espectáculo, resultado de la hibridación cultural que nos signa.
Dicho
lo anterior, no cabe duda de que, independientemente de cualquier latitud, la
humanidad es una sola, y que basta con quererlo para que todos nos entendamos
en ese único lenguaje universal que es el arte.