Poema V
Cuánto bien me
hizo
soltarme el
pelo
aquella imagen
que ni mi
espejo soportaba
qué bueno fue
el problema
ya no es mío.
Jacqueline Romero
Miranda, © Enero, 2009
El peinado conforma la imagen externa de la persona y da señas de cómo esta
quiere revelarse. El mostrarse, como arte de la cotidianidad, está vinculado al
concepto de belleza.
Según el
diccionario, belleza es la cualidad de una persona, animal o cosa, capaz de
provocar en quien los contempla o escucha un placer sensorial, intelectual o
espiritual.
Pero si la
belleza, vinculada al exhibirse, abarca solo objetos materiales, quedan sin
explicación los sentimientos reflejados en el poema que da inicio al presente trabajo;
por tanto, decidimos adentrarnos en el concepto, como categoría filosófica
según Platón.
Este célebre pensador griego planteaba
que el hombre posee un sentido innato de belleza, así como de la armonía
y del ritmo, y que solo este sentido puede constituir prueba de ello; que las formas y colores que
nos pueden brindar placer son solo una parte de la belleza, pues el concepto abarca, además de objetos
materiales, elementos psíquicos y sociales.
Por tanto, la concepción de belleza en torno al peinado depende de quién lo
mire y desde qué patrones culturales se le haga.
Los peinados surgieron en las diferentes culturas, y respondían a las
características físicas del cabello, a los medios de que se disponía para su
tratamiento, al fin con el cual se procuraba el peinado, a las características
de personales y a las exigencias del entorno social en que se desempeñaba.
Específicamente en Cuba, los españoles trajeron sus peinados de trenzas,
sus crespos y sus cintas; los africanos,
dividiendo el pelo en pequeñas porciones e ir formando hermosos tejidos. Entre estos dos grupos hay un elemento
distintivo: el grado de rizo del cabello.
Al ser España quien imponía el modelo, trató de invisibilizar las otras
expresiones con las que cohabitaba, lo cual se legitimaba únicamente aquello
venido de Europa.
Comienzan a formarse los estereotipos y a acuñarse el término peyorativo
"pasa" para el pelo rizo, que desde la perspectiva occidental
blanqueadora, es feo, duro, difícil de peinar.
Sin embargo, entre los portadores culturales africanos y su descendencia, resulta
el ideal para confeccionar peinados duraderos.
La propia convivencia genera un proceso sincrético, donde unos toman de las
costumbres de los otros. En torno al cabello, se evoluciona hacia nuevos tipos
y modos: lacios, ondulados, medianamente rizos o rizos.
¿Significa, acaso que se haya resuelto el problema?
Si bien Cuba cuenta con una red de peluquerías donde los especialistas están preparados para
promover y seguir la moda del peinado, se aprecian diferencias de tratamiento
entre los diferentes grupos étnicos.
La preparación de los expertos no incluye el estudio de peinados africanos,
ni el trabajo con el cabello rizo en particular. Por demás, las instituciones dedicadas al
trabajo de la peluquería llaman a este tipo de cabello “pelo crudo", o sea,
que debe ser "tratado" antes de pasar a conformar un peinado.
En los
catálogos y sugerencias para comprar o fabricar
productos de belleza se privilegia lo relativo al cabello lacio. No se tiene en
cuenta al individuo de pelo rizo en sus plataformas de servicios y productos.
Lo anterior implica una deficiente práctica en el tratamiento cabelludo, y
que este quede rezagado de las últimas tendencias.
Así mismo, los productos utilizados para el derriz no cubren las
necesidades reales, de calidad y efectividad, por lo que las personas tienen
que acudir a las peluquerías particulares, donde se suelen hacer procedimientos
de tipo caseros, sin reales garantías para el cliente.
Los productos para lavar el cabello, los suavizadores, las grasas, representan una carga
significativa en la economía familiar del cubano. Su ausencia para el
tratamiento (en particular del cabello rizo) resulta más sentida y no es hasta
los últimos tiempos, gracias a la entrada del mercado brasileño, que se
comienzan a comercializar algunos productos
para este público.
Tratar cualquier tipo de cabello puede ser fácil si se le acepta como es,
si se buscan medios más adecuados y se le trata con amor. La juventud va
abriendo su propio espacio y aprende a reconocer los valores de la naturaleza
de su cabello; comienza a acercarse a
esa parte de su identidad; tiene los modelos en telenovelas (sobre todo
brasileñas), en los programas traídos de África y la entrada de las nuevas
tendencias.
Siempre hay y habrá quienes escojan desrizarse o lacearse el cabello,
quienes prefieran usar rolos para que
forme crespos, quienes prefieran hacerse los “dreadlocks”, quienes apuesten por
un peinado africano u opten por un turbante, quienes decidan solo lavarse la
cabeza y soltarse el pelo.
Nuestros artistas están jugando su papel en este sentido. Imágenes como la de la canta-autora Nusa,
Raúl Paz, Vania, William Vivanco, por citar algunos, dan fe de que se puede
asumir un patrón de belleza diferente, a la vez que atractivo.
Cuba, como país de avanzada, con una cultura revolucionaria desde su
génesis, tiene lo necesario para procurar que todos y cada uno de sus
habitantes lleve un peinado plenamente bello.
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