Por: Ramón Torres
Foto:
Óleo sobre tela, de Hugo Curet
Se
sabe que, aunque la Sociedad Abakuá surgió a partir del cabildo carabalí
bríkamo de los ápapas, esta es genuinamente cubana. Sin embargo,
casuísticamente los miembros de la hermandad se han visto forzados a llevar sus
fiestas al extranjero.
Algunos
documentos apuntan que hacia el siglo XIX los ñáñigos, deportados a las
prisiones de Chafarinas y Fernando Po, efectuaban ceremonias en aquellos
parajes. Destaca Trujillo que “en 1879 catorce individuos estando cumpliendo la
pena que se les impuso, formaron un juego dentro de la cárcel”.
Asimismo,
recoge Lydia Cabrera en La Sociedad
Secreta Abakuá, contada por viejos adeptos que “Plantaban también el Penal
de Ceuta, -en
el 1888-
donde los ñáñigos, fueron deportados en gran número. A Cádiz y al Castillo de
Figueras”.
Encontramos
igualmente presencia abakuá en otros lugares. Por ejemplo, el desaparecido
doctor Enrique Sosa explica:
“Dos
autores establecidos (…) a partir de 1869 testimonian en sus libros la
presencia ñáñiga en Key West: Gerardo Castellanos García y Juan Pérez Rolo. El
primero en Motivos de Cayo Hueso, de 1935
rememoró: ‘En el afán de divertirse efectuaban los ñáñigos, el Día de Reyes,
esas raras ceremonias y paseos con el consabido diablito y demás funcionarios
al toque del ronco tambor’ (…), el segundo, en Mis recuerdos aparecido en la década del veinte del siglo pasado,
atesta de nuevo que los ñáñigos salían a las calles el 6 de enero, con paseos ‘que
fueron suspendidos [no dice fecha], pues la colonia cubana creyó que esos
espectáculos desdecían de la cultura de la emigración’”.
No
obstante, todo parece indicar que en cualquiera de los ejemplos señalados se
trataba de festejos nostálgicos a través de los cuales se mantenía viva la
tradición lejos de la anhelada patria, pues el celo de los mayores dejó clara
su negativa de permitir la salida del Secreto hacia tierras foráneas. De
acuerdo con lo expresado, debemos hablar entonces de recreación del ritual en
el extranjero, ya sea por exilio o por aglomeración forzada en busca de
trabajo, y no de ceremonias puramente religiosas que tuvieran efecto duradero
ni produjeran otros juegos.
A
Cuba le asiste el privilegio de contar con la Sociedad Abakuá, única asociación
de su tipo en América, al menos en la variante africana. Desconocemos si
existió abakuá como fraternidad en África, toda vez que el término solo podemos
localizarlo entre un grupo de pobladores del Calabar y no como formativa de
alguna de las sociedades secretas que tanto proliferaron en la región. Es
decir, que al extrapolar el culto a su
nuevo contexto, los padrinos carabalíes le asignaron la denominación de
un pueblo de aquella zona como si constituyeran un grupo homogéneo o tal vez
preponderante, recordemos que carabalíes trajeron muchos a Cuba.
La
Sociedad Abakuá, como organización religiosa, requiere de un conjunto de pasos
muy rigurosos para el satisfactorio cumplimiento del ceremonial, más aun para
la creación de nuevas tierras. En tal caso se precisa de un Fundamento mayor
que lo bautice y una serie de operaciones litúrgicas del dominio frecuente de
los más ancianos y sabios iniciados, quienes históricamente se han negado a
compartirlo, máxime cuando se trata de su divulgación en el exterior.
“El
fundamento no puede salir de Cuba —decía un entrevistado al investigador estadounidense
Ivor Miller—. En una ocasión quisieron llevárselo y se les explicó que no puede
cruzar el mar, porque pierde efecto. Para que en otra tierra trabaje muna, hay que hacerle al río la
transmisión del pez, y ¿quien lo sabe hacer? Nadie: este secreto los africanos
se lo llevaron a la tumba. Los hombres se pueden venir a jurar de donde
quieran, pero no llevarse a Muna.
“En
el año 1988 o 1989 —continúa el citado autor—, unos cubanos que viven en Puerto
Rico recomendaron a unos puertorriqueños para formar un juego (…) Se les hizo
la consagración en el juego Bekurí Bondá, pero se les explicó que no pueden
funcionar ni jurar ningún juego fuera de Cuba”.
Más adelante, todavía agrega Miller con una información
digna de nuestro interés:
“Aunque miembros abakuá han vivido por lo menos durante
cincuenta años en los Estados Unidos, hasta muy recientemente el fundamento no
había sido recreado allí.
“Sin embargo, el 6 de enero de 1998 nació en Miami el
primer grupo de abakuá en los Estados Unidos, llamado Efí Kebúton Ekuente Mesoro. Efí Kebúton es una referencia al primer
grupo abakuá en Cuba, y Ekuente Mesoro
significa que este grupo nació sin la presencia de otro fundamento mayor. Sus
líderes enviaron una carta al Buró Abakuá (la Organización para la Unidad
Abakuá), en la que anunciaban su existencia".
En
cambio, según la mayoría de fuentes autorizadas del universo abakuá, el juego
del cual se hace alusión carece de validez y, luego de 12 años de aquel suceso,
no ha tenido más trascendencia ni ha podido crear juegos a partir de este, como
sucede en Cuba.
Las
opiniones están divididas: iniciados abiertos y liberales que, aunque son los
menos (casi insignificante la cifra), recogemos su criterios, pues cuestionan
la posibilidad de que los africanos trajeran un ekue u otro instrumento sagrado
que permitiera la transmisión, solo comprensible a partir de una recreación en Cuba de las sociedades
ekpe, nunca una copia fiel ni exacta, puesto que en el nuevo contexto americano
no existía siquiera el leopardo. Arguyen, además, que el cambio permitirá la
subsistencia de esta religión.
Del
otro lado figura la corriente conservadora, de la cual Miller recoge el punto
de vista:
“Los
abakuá cubanos consideran que el grupo de Miami carece de autoridad ritual o de
otro tipo. Señalan que muchos de los mayores de Miami fueron suspendidos de los
grupos cubanos por desobediencia, y que se les considera malos hermanos.
También alegan que no saben lo suficiente como para realizar las ceremonias
adecuadas y crear un fundamento.
“Las cuestiones de representación también son
importantes. Los mayores abakuá cubanos temen que el grupo de Miami no sea tan
selectivo en cuanto a sus membresías. Y que, por ejemplo, dejen entrar a
mafiosos en la organización, lo que sólo atizaría el fuego de la propaganda de
los abakuá como fuerza negativa. Los mayores abakuá (…) expresaron unánimemente
su sentir de que el grupo abakuá no autorizado de Miami es un acontecimiento
negativo, y que no lo reconocerían. Esto demuestra una vez más la absoluta
cubanía de los abakuá: hasta ahora, no se les ha permitido salir de la Isla".
De cualquier modo, los abakuá de Miami realizan fiestas
de socialización y unificación bajo el signo de Bongó Itá, es decir, que todos
nacieron de un mismo ekue o bongó e, incluso, efectuaron un Festival Abakuá,
cosa que todavía en Cuba no se ha podido lograr.
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