Por:
Ramón Torres
Mariana, Madre de la Patria |
Cada
vez que se acerca el segundo domingo de mayo, fecha en que los cubanos
celebramos el Día de las Madres, no puedo dejar de pensar en la gloriosa
Mariana Grajales, debido a su impacto en la cultura cubana, y su indiscutible
disposición maternal con la Patria.
Según
María Cabrales (esposa del más celebérrimo de los hijos de Mariana, Antonio
Maceo), en carta a Francisco de Paula Coronado, cuando al inicio de la guerra
en 1868 se presenta en la casa de la familia Maceo-Grajales el capitán Rondón,
viejo amigo de la parentela y pide colaboración, la matrona entra a su cuarto,
toma un crucifijo y dice:
“De
rodillas todos, padres e hijos, delante de Cristo, que fue el primer hombre
liberal que vino al mundo, juremos libertar la Patria o morir por ella”.
Esa
era Mariana, la madre de los Maceo, quien amó tanto a los hijos que se lanzó
con ellos a la manigua para colaborar en cuerpo y alma por la libertad. Cuentan
que un día de 1877 recibió a Antonio herido de seis balazos, y que cuando sus
otras hijas y mujeres del campamento rompieron a llorar temiendo por la vida
del héroe, las despidió exigiendo:
¡Largo
de aquí! ¡No aguanto lágrimas! —y dirigiéndose al hijo más pequeño, le espetó—
Y tú, empínate, porque ya es hora de que te prepares para la lucha”.
Mariana
Grajales entregó su bien más preciado a la madre mayor, la Patria. La mayoría
de sus hijos murió combatiendo por la independencia y ella misma se involucró
en la guerra.
No
es casual que historiadores, combatientes, intelectuales, propusieran desde
2001 reconocer a Mariana como Madre de la Patria. No es casual que el Héroe
Nacional, José Martí, escribiera sobre ella hace más de cien años: “Patria, en
la corona que deja en la tumba de Marian Maceo, pone una palabra: Madre”.
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