Por:
Ramón Torres
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| Así vio "La Política Còmica" al presidente vendido |
Cuando
yo era pequeño, solía escuchar frases como: “¡se armó un veinte de mayo!” para
recalcar un acontecimiento importante o designar un aparatoso suceso. Nada supe
en realidad de la fecha hasta mucho después, porque sobre la efeméride apenas
se hablaba.
Sin
embargo, el tiempo se encargó de rellenar aquellas lagunas, y descubrí —no sin
asombro— que un día como ese nacíamos como República.
Es
cierto que nos mantuvimos durante casi seis décadas bajo la tutela de los
Estados Unidos, pero dejábamos de ser —en efecto— una colonia española y
tuvimos nuestros logros.
No
se trata para nada de enzarzar la República; en cambio, el día fue de euforia
para la inmensa mayoría de los cubanos, pues se descolgaba del Palacio de los
Capitanes Generales (que a partir de entonces sería la sede presidencial) y del
Morro capitalino la bandera estadounidense al tiempo que ondearía, erguida,
nuestra insignia nacional.
Las
fiestas comenzaron desde el 19, homenajeando a José Martí, el Héroe caído siete
años antes en Dos Ríos, y terminaron en la madrugada del 21: toda una jornada
de sentimiento independentista.
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| Primer Congreso de la República |
El
Ejército Libertador desfiló orgulloso; el Generalísimo Máximo Gómez vibró de
emoción al darle la bienvenida al presidente electo, Don Tomás Estrada Palma; y
una comparsa integrada por personas negras coreó entusiasmada el advenimiento
de una nueva era en Cuba.
Aunque
se hable poco, el sector negro y mestizo resultó beneficiado con los nuevos
aires. Lo que vino más tarde se sabe que fue una involución: dependencia
económica y política de los Estados Unidos; otra intervención norteamericana,
incluso sugerida por el propio presidente Estrada Palma; discriminación racial,
de clase y de género; pero nada puede escamotear el hecho de que ese 20 de mayo
de 1902 Cuba daba un gran salto que estimularía al pensamiento progresista
hacia la verdadera independencia, materializada verdaderamente aquel Primero de
Enero de 1959.
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