Por: Ramón Torres
Fue toda una construcción de occidente la teoría del “Buen salvaje”. En el fondo lo que se perseguía era justificar la colonización y el comercio humanos con discursos aparentemente filantrópicos. Por eso la Asamblea General de la ONU decidió celebrar cada 25 de marzo el Día Internacional para las Víctimas de Esclavitud y Trata de Esclavos, lo que ya significaba como acción un enorme monumento de repudio.
El objetivo era crear conciencia de los peligros que se escondían detrás del racismo y la discriminación, pero la intención se extendió más allá: estudiar, profundizar y entender cómo el negocio trasatlántico llevado a cabo durante casi cuatro siglos por Europa se convirtió en uno de los mayores crímenes de lesa humanidad.
Según el psicólogo experimental, científico cognitivo, lingüista y escritor canadiense Steven Pinker, la historia del “Buen Salvaje” no era otra cosa que una orquestación occidental para considerar a los nativos de Ásia, América y sobre todo de África un “papel en blanco” sobre el cual se le debía “escribir” (entiéndase “civilizar”, “enseñar”, “educar”) las “buenas costumbres”, porque ninguno de aquellos —decían— tenía cultura, ni arte, ni ciencia, ni religión.
El colombiano Carlos Jáuregui reitera sobre esta elaboración europea:
La antropología decimonónica —crónica “científica” de las nuevas conquistas, según ha recordado Arens— recreó el mito de la barbarie y al negro africano como sujeto colonial exótico, salvaje, primitivo y, frecuentemente caníbal. El “continente negro” se construyó literaria y etnográficamente como el “continente caníbal” (…), y —de manera similar a lo sucedido en el caso del Nuevo Mundo en los siglos XVI y XVII— se alegorizó al África con una guerrera antropófaga (…). Por supuesto, estas etnografías no eran simples ejercicios clasificatorios sino discursos de justificación colonial. Detrás de las taxonomías raciales de la Ilustración y de gran parte de su filosofía sobre el progreso estaban los repartos imperiales, el colonialismo y la esclavitud (Jáuregui, 2005, 395).
Las implicaciones del fenómeno en las sociedades victimizadas son palpables: África sufre todavía el atraso legado por tanto despojo de sus recursos naturales y el desgarre de millones de sus hijos arrancados de aquellos parajes; las secuelas de la esclavitud permanecen como estigma en numerosísimas personas pertenecientes a los sectores negros y mestizos dispersos por el mundo; los lamentos debido a discursos excluyentes por el color de la piel y el origen geográfica de muchos implicados siguen en pie a lo largo y ancho del planeta.
De ahí que, para llamar la atención sobre los aciagos acontecimientos, el 25 de marzo de 2015 en la sede de la ONU de Nueva York quedó inaugurada una escultura con el título "El Arca del Retorno", elegida a través de un concurso internacional y en la que obtuvo el primer lugar la propuesta del estadounidense de origen haitiano Rodney Leon, quien representa en su obra a cada región afectada por la trata transatlántica de esclavos: África, el Caribe, Europa y las Américas.
"El Arca del Retorno" recuerda a los millones de personas negras esclavizadas durante la travesía colonial trasatálntica
Por su parte, el Monumento Nacional Cementerio Africano, ubicado también en la megametrópolis estadounidense, contiene los restos de más de 400 africanos enterrados durante la etapa colonial en una parte de lo que fuera el cementerio más grande para las personas de ascendencia negra en aquella época. A decir verdad los historiadores afirman que la cifra es muy superior y la calculan en miles.
Cuba tiene, específicamente, el Monumento al Cimarrón, que recuerda la revuelta de esclavos mineros en el siglo XVII. Situado en la localidad de El Cobre, en la oriental Santiago, se trata de una obra esculpida en hierro y bronce por Alberto Lescay, erigido en lo alto de una colina cercana al conocidísimo santuario de nuestra Señora de la Caridad.
El fenómeno de la esclavitud, presente en la mayor de Las Antillas durante años, dejó una profunda huella en la sociedad que llega hasta nuestros días de la mano de tradiciones, costumbres y ritos de la religión —reseña a través de las redes sociales el Boletín Semanal de la Industria Turística Cubana—.
Por doquier existen sitios en la geografía de la isla que recuerdan a cada momento a miles de hombres, mujeres y niños, arrancados a la fuerza de sus hogares para nunca más volver.
Bajo esas condiciones, la propuesta de crear programas dedicados a divulgar la realidad de ese cruel proceso y su influencia social sirvió de base para el lanzamiento del proyecto de la Ruta del Esclavo en el país caribeño (…).
En ese esquema destaca la creación de museos y monumentos como el Castillo de San Severino y los restos del ingenio Triunvirato, símbolos de acontecimientos que marcaron a la esclavitud en el país.
Monumento al Esclavo Rebelde en el otrora ingenio Triunvirato de Matanzas
El Día Internacional para las Víctimas de Esclavitud y Trata de Esclavos no se eligió entonces para celebrar, sino para repudiar actos como los narrados, que demeritan la condición humana; para aprender de los errores y entender que no existen “razas” mejores ni peores, y que a nadie le asiste el derecho de negociar ni lucrar con sus semejantes; menos todavía, esclavizar.
Fuentes:
https://www.rodneyleon.com/. Última visita, 23 de marzo de 2022.
https://www.re-thinkingthefuture.com/know-your-architects/a2091-rodney-leon-architects-15-iconic-projects/. Última visita, 23 de marzo de 2022.
Jáuregui, Carlos. Canibalia. Canibalismo, calibanismo, antropofagia cultural y consume en América Latina. Ed. Casa de las Américas, 2005.
“Monumento al Cimarrón: Homenaje al esclavo rebelde”. En Boletín Semanal de la Industria Turística Cubana. Ed. digital. https://www.dtcuba.com/. Última visita, 24 de marzo de 2022.
Pinker, Steven. La tabla rasa. Ed. Paidós, 2003.
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